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LAURA MOYÀ

A Marola, la joven y guapa tabernera de un puerto pesquero, la quiere la mitad de la población, sobre todo la masculina. De ella está locamente enamorado Leandro, que no se atreve a confesarle su amor porque cree que el hombre con el que vive, Juan de Eguía, es su amante cuando, en realidad, es su padre. Éste es el argumento de «La tabernera del puerto», obra que supone el regreso de la zarzuela a la programación de la Fundació Teatre Principal de Palma tras 13 temporadas de ausencia. El montaje podrá verse el 4 y 5 de agosto en el patio de La Misericòrdia.

Para la ocasión, el director escénico, Juanjo Granda, ha revisitado la historia y la ha actualizado. «Será una versión más canalla», asegura Francesc Bonnín, director musical de la obra. Estrenada en 1936, justo antes del inicio de la Guerra Civil, la pieza de Pablo Sorozábal quedó desfasada con los años. De ahí la necesidad de acercarla hasta el presente, porque «todo cambia» y, con los años, la trama «se ha ido endulzando».

Granujas, prostitutas, niños de la calle, traficantes de droga. Pablo Sorozábal incluyó todos estos elementos en su obra. Unos elementos que fueron desapareciendo y que, ahora, regresarán de nuevo. «La tabernera es una mujer muy amable que tranquiliza a la gente que visita su local». La «difícil» relación que mantiene con su padre, que la explota, hace que su enamorado tenga que luchar mucho para poder estar junto a ella. El precio: convertirse en traficante junto al padre de Marola.