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E.GENÉ

Distensión de primera clase. Porque, como en los aviones, también en la cultura y la relajación existen categorías. Las de anteanoche fueron propias de una sesión VIP, como cualquier asistente objetivo, pero ajeno a la fiesta, hubiese podido percibir a través de varios signos. Desde algunos tan evidentes como el vestuario de los invitados a otros más sutiles como el volumen acústico del intermedio, que apenas superaba el murmullo producido por un congreso de sacerdotes eruditos. Fue en la gala musical, con ópera de Verdi, su «Otello», un estupendo concierto que se celebró anteayer noche en el Castell de Bellver a beneficio de Proyecto Hombre.

Por supuesto, etiqueta informal, concretada en la ausencia de mangas cortas; del negro clásico de la alcaldesa Catalina Cirer al anaranjado festivo de la consellera Dolça Mulet, ellas lucieron telas y formas suaves acorde con la temperatura, mientras ellos se uniformaban con traje y corbata. Caminares lentos y voces bajas en el descanso, como decía, repartidos los asistentes de forma que nunca diese la impresión de muchedumbre: inteligencia colectiva se le llama a esa capacidad de algunos grupos para adoptar espontáneamente actitudes civilizadas. Ni siquiera en la copa de cava al descanso hubo aglomeraciones. Media hora generosa entre la primera parte de la tragedia musical shakespeariana y una segunda, todavía más dramática, para desplegar el ritual de una agradable velada celebrada en angloalemán susurrado con excursos en castellano y sin intolerancias.

La inmigración austríaca, organizaba la Asociación Austríaca Amigos de Mallorca, no está reñida con Mallorca, de ahí que en todo momento se encontraban resquicios en los que se oía el giro catalanoparlante sin que ello produjese incomodidad alguna: incluso Tomeu Català se había atrevido con un amago de frase en la ceremonia inicial, conducida con espíritu pragmático y muchos honores y placeres, los mismos adoptados y vividos en un entorno geográfica y metorológicamente privilegiados. También la Naturaleza se añadió al evento con la discreción que sólo se produce en la exquisitez de la elegancia. En escena, muerte y desgracia surgida de la pluma de Shakespeare: contrapunto para una fiesta con final feliz y sin prisas.