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A. LARGO A Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931) no le importa reconocer que es «el editor más despedido de Europa y el más indigente del mundo». A sus espaldas, una dilatada carrera que ahora encamina también a la fotografía y a encarrilar algunos grandes proyectos, aún pendientes de financiación.

Cercano y amable, Muchnik se presta a la conversación en Formentor, donde debate la posible resurrección de los Premios Formentor a puerta cerrada junto a otros expertos. Echando la vista atrás, el escritor argentino sostiene que «no hubo ni habrá nada parecido a los Formentor porque fue un premio auténticamente internacional» y recuerda que entonces, al igual que ahora, tampoco se quiere hacer de los premios algo provincial, ni potenciar sólo la cultura local. «Nunca se quiso potenciar ningún tipo de cultura local, fueron premios que buscaban buenos libros fueran en la lengua que fueran», explicó Muchnik, quien añadió que «no se va a pontenciar la cultura mallorquina, sino a ponerla en el mundo como cualquier otra cultura seria y eso significa hacer caso omiso a cualquier frontera lingüística, política, sexual, religiosaÂ…».

Mario Muchnik aportó algunas de las ideas que desde el lunes están debatiendo para la reedición de los premios. Así, el editor apuntó que se ha puesto sobre la mesa que el galardón «no se limite a la novela porque la cultura no es sólo la novela», que se hagan diferentes modalidades, apelando a la multidisciplinariedad del premio, e incluso que los editores no intervengan.

El escritor acompañó a su padre, el editor Jacobo Muchnik, a aquellas Conversaciones de hace cincuenta años. Desde entonces, sólo volvió a la Isla en una ocasión. Ahora recuerda y asegura que «se asfixiaba uno bajo el franquismo y se sentía la presencia de Franco en los premios mientras se hicieron en España».