Gabriel Sabrafín, en una imagen de 2006 con uno de sus libros.

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MARIANA DÍAZ El escritor y colaborador de Gabriel Sabrafín falleció ayer por la noche en Palma a los 66 años. Sabrafín, que había nacido en Ciutat en 1942, fue autor de novelas y textos dramáticos y como periodista colaboró, -además de en este periódico, donde desarrolló la mayor parte de su faceta de reportero-, en los semanarios La Hoja del Lunes y El Lunes, la revista Brisas y en Diari de Balears. Su último trabajo para este diario fue la sección Calles y plazas, desde donde, con su estilo ameno y didáctico, contaba a los palmesanos todos los pormenores sobre el nombre de su lugar de residencia. También hizo colaboraciones en radio.

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Pero Sabrafín era, sobre todo, un redactor cultural que conocía muy bien el mundo de la música clásica y el del teatro, a quien muchas veces tuvimos que recurrir los compañeros para que nos ilustrara sobre tal o cual hecho del pasado. Siempre lo hacía prontamente y con amabilidad. También poseía muchos conocimientos sobre cultura popular, costumbres, folclore, y los compartía generosamente con todos nosotros.

Hace unos meses le encontré en el Congrés de Cultura puesto en marcha por la concejala Nanda Ramon. Era domingo y se clausuraba un fin de semana de charlas y mesas redondas en el Teatre Xesc Forteza a las que nuestro compañero había acudido por su cuenta, no le había enviado el periódico. Esa mañana no había muchos jóvenes entre el público, pero sí estaba él. Sorprendida, le pregunté si podía escribir un artículo para la sección de Cultura del diario sobre lo que allí había sucedido, y me contestó que sí, pero que tendría que ser al día siguiente, porque su esposa le estaba esperando para ir a comer al campo y tenía un poco de prisa.

Fiel a su palabra, el lunes me lo envió. Y resultó que, aunque de generaciones distintas, estábamos en sintonía sobre lo que ambos esperábamos de aquel congreso. Le llamé y le dije que quería que escribiera en esta sección más habitualmente. Pero no puso ser. A los pocos días, cuando pensaba darle la lata con una consulta sobre algún dato que seguro sólo él recordaba, el director me contó que se encontraba enfermo de gravedad.

Sabrafín acudía cada año puntualmente a la foto de escritores con la que este diario celebra el Dia del Llibre. Como autor fue, sobre todo, escritor de textos dramáticos. En su currículum destacan Benet esteve, Planxat al vapor y Vell amic de Banús, éste último premio Teatre Principal. En novela firmó Entre el foc i el fum y El novè vent, y de su interés por lo popular salieron varios libros de cuentos y leyendas de las Islas y las plaguetes que publicaba desde 2004.

En la serie Escritores en su tinta, publicada en Brisas, la novelista Neus Canyelles tituló el capítulo dedicado a Sabrafín Un corazón sencillo. Canyelles, a quien la muerte de Biel, como le conocían los amigos, afectará profundamente, le definió muy bien con las siguientes palabras: «Sabrafín es un hombre que siente la vida de una manera sencilla. No es un escritor profundo, ni mucho menos atormentado. Escucharle es un placer. Sabe contar historias. Pero sabe de verdad. Y este es un don impagable que ha sido agradecido siempre en todos los puntos de la Tierra».

En la entrevista que le hace nuestra compañera, él le confiesa: «Yo hablo de las cosas de la vida de un pueblo». Cosas sencillas, como era él.