El escritor Baltasar Porcel, en una imagen de 2008.Recibiendo el Sant Jordi en 2001.

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La muerte del escritor Baltasar Porcel deja a las letras catalanas sin una de sus grandes figuras y la única que concitaba adhesiones como candidato al Premio Nobel. El hijo más querido de Andratx, donde había nacido en 1937, y que este año era homenajeado por el Govern balear como Escriptor de l'Any, falleció ayer en Barcelona de un linfoma al que parecía que había vencido tras la operación de 2006.

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Mañana se abrirá la capilla ardiente en el Saló del Bigata del Palau Moja de Barcelona, lugar que ha sido cedido a la familia por la Generalitat y al que se trasladará una delegación isleña presidida por la consellera de Cultura del Govern, Bàrbara Galmés, y representantes del Consistorio de Andratx. El velatorio será de las 10.00 a las 19.00 horas.

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El sábado, los restos mortales del escritor llegarán a su Andratx natal, donde serán enterrados en el cementerio. El municipio, del que era hijo ilustre, celebra hoy un pleno extraordinario para decretar tres días de luto en su memoria y organiza diversos actos, todavía por ultimar.

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Desde que Porcel enfermó, su obra literaria ha sido objeto de análisis en sendos encuentros de especialistas, celebrados en 2007 en Barcelona y Palma; el primero, impulsado por la Fundació Caixa Catalunya, y el segundo, por la Universitat de les Illes Balears. Y nuevos premios se sumaron a su ya larga lista de galardones.

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Mientras se encontraba en el hospital, Porcel comenzó a escribir su última novela, Cada castell i totes les ombres, que se publicó a final de 2008 y por la que recibió el Premi Sant Joan, una narración sobre la urbe contemporánea, ambientada en Barcelona, que describió como «una novela muy completa».

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En 2007, año en que Porcel cumplía 70, y mientras seguía escribiendo Cada castell i totes les ombres, Omnium Cultural le entregó el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes por el conjunto de su obra, entonces comentó rotundo: «Yo soy mi obra». El último reconocimiento fue en abril de 2008. El Ajuntament de Barcelona, donde se consolidó como escritor y articulista, le concedió la Medalla d'Or al Mèrit Artístic.

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Así transcurrieron los tres últimos años del escritor, quien el pasado abril viajó a Berlín para presentar la traducción al alemán del ensayo Mediterrània. Onatges tumultuosos.

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Las imágenes que se recogen en el libro Baltasar Porcel. La primavera i la tardor, publicado en 2007, dan cuenta de la intensa vida de aquel joven que, con 15 años, publicaba su primer artículo en el semanario Andraitx con el título El Pantaleu. Un joven que abandonó su localidad natal para iniciar sus estudios de Comercio en Palma en un viaje corto en kilómetros, pero largo en resultados pues, como dice su biógrafo, el periodista Antoni Planas, «la ida a Ciutat fue el primer golpe de timón en la trayectoria personal de Porcel». En Palma, ayudado por Josep Maria Palau i Camps, entró en contacto con otros escritores. Comenzó a frecuentar las tertulias, la más famosa la del Riskal, y conoció a Llorenç Villalonga, con quien trabó amistad. Fue éste quien le llevó a trabajar a Papeles de Son Armadans, la revista fundada por Camilo José Cela, y al diario Baleares. También trabajó como corrector en la editorial Atlante, propiedad de quien sería su gran amigo, Pere A. Serra, presidente editor del Grup Serra. En esa época participó en las Conversaciones Poéticas de Formentor, de cuya reedición iba a ser invitado este verano.

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A pesar de tantas novedades, «el mundo de Palma le había quedado provinciano y pequeño y decidió partir hacia Barcelona», escribe su biógrafo, a quien Porcel confesó: «A Mallorca no era ningú, era un desconegut. A Barcelona, en canvi, era reconegut com una persona existent... Pel fet de ser escriptor formava part d'una comunitat viva, en marxa, que sabia on volia anar». En esta ciudad comienza una carrera literaria llena de éxitos, así como otra como articulista en las revistas Serra d'Or, Destino, que dirigió, y el diario La Vanguardia, donde se consolidó. Mientras tanto siempre mantuvo una intensa relación con su tierra, también con Ultima Hora. Diario que en 1987 le entregó su Siurell d'Honor.

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En los setenta poco quedaba del joven que a su llegada a Palma era un habitual del Círculo de Acción Católica de Sant Magí. Porcel amplió horizontes, se convirtió en viajero y escribió sobre sus experiencias. Inmerso en los cambios que se sucedían en España, se interesó por nuevas realidades, más allá de Balears y Catalunya, y políticamente, como dijo Joaquim Moles, se situó en un liberalismo crítico.

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Al margen de su biografía literaria, en 1989 fundó el Institut Català de la Mediterrània, organismo de la Generalitat que presidió hasta 2000. Fue un tiempo amargo, en el que recibió muchas críticas y del que dijo: «Vaig comprovar la incapacitat del catalanisme per assumir determinades coses i la quantitat de gent que viu d'aquesta incapacitat».