El ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, visitó la capilla ardiente. g Fotos: CARLES DOMENECH

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Más de un millar de personas despidieron ayer a Baltasar Porcel en el Palau Moja de Barcelona, donde se instaló la capilla ardiente. La dimensión más pública del literato se reflejó en la concentración de personas: escritores jóvenes y veteranos, políticos de las últimas legislaturas, empresarios, representantes de los medios de comunicación, intelectuales, académicos o simplemente lectores.

La actividad empezó antes de las nueve de la mañana. El conseller de Cultura catalán, Joan Manuel Tresserras, esperaba la llegada del féretro de Porcel. La viuda, Maria Àngels Roque, y los hijos Violant y Alexandre, velaron el cuerpo a solas con el conseller, unos instantes antes de hacer pública la entrada en la estancia.

A media mañana, el Palau Moja se había convertido en un hervidero de personas. Con los ecos de todas las conversaciones se podía confeccionar un resumen de la dimensión del personaje. «Es el autor más indiscutible de las últimas décadas», destacó Tresserras. El editor Lara recordó que «fuimos compañeros de trabajo, amigos durante 45 años y unos conspiradores intelectuales». El fotógrafo Toni Catany, junto a la cantante Maria del Mar Bonet, escribía en el libro de condolencias que «con Porcel, en 1968, aprendí a mirar el mundo», refiriéndose a los reportajes compartidos en Egipto, Israel y por el Mediterráneo. El periodista Bru de Sala añadió que «la obra como articulista ha contribuido a configurar la textura de su tiempo y, como novelista, hay un antes un después de su legado».

La comitiva balear llegó pasado el mediodía, encabezada por la presidenta del Consell, Francina Armengol, y la consellera de Cultura, Bàrbara Galmés. «Es el gran referente mallorquín y tuve el honor de entregarle la Medalla de Oro del Consell», contó Armengol. Galmés declaró que «es una lástima que, como escritor del año, no pueda terminar en vida el homenaje que le dedicábamos».

El presidente del Institut d'Estudis Baleàrics (IEB), Sebastià Serra, anunció que «a final de año esperamos editar una selección de su obra periodística». El volumen contendrá artículos, entrevistas y reportajes y un análisis de sus trabajos en Serra d'Or, Destino, Ultima Hora y La Vanguardia. El coordinador del IEB y biógrafo del escritor andritxol, Antoni Planas, desveló que había empezado a trabajar en un libro sobre las personas influyentes en Porcel. «Ahora sin él, se me hace muy difícil continuar y debo hablar con la familia», confesó.

El director general de Cultura del Govern, Pere Joan Martorell, acompañado por Maties Garcies, director insular del Consell, y por una delegación del consistorio de Andratx encabezada por su alcaldesa, Isabel Alemany, aconsejó que «el proyecto de las Obras Completas debe continuar», y avisó que «el Govern trabaja en otros proyectos en paralelo, como la publicación de las jornadas sobre Porcel que tuvieron lugar recientemente en Palma». Francesc Fiol, portavoz del Partido Popular en el Parlament, indicó que «Porcel supo representar las virtudes y contradicciones de ser mallorquín», y habló de «las múltiples reuniones que tuvimos para publicar su correspondencia con Villalonga», que finalmente parece que van a editarse.

Despedida
Pasado el mediodía, con la capilla ardiente casi vacía, el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, se enfrentó solo a la imagen inmóvil de su amigo. Durante cinco minutos, rindió su particular despedida cabizbajo frente al cuerpo de Porcel y después se aisló durante casi media hora en una de las dependencias contiguas. Al salir, declaró: «Era un hombre singular, con un espíritu independiente, capaz de introducir elementos revulsivos y entusiasmarse, un buen amigo aunque a veces fuera crítico conmigo».

Pujol descubrió que «tenía una gran preocupación de tipo espiritual y estaba preocupado por las derivaciones que tenían los monoteísmos, con una gran profundidad de pensamiento riguroso y elegante, y la costumbre de desafiarse a él mismo y, de paso, a los demás».