En un momento especialmente difícil de su vida, no hace mucho, el literato menorquín Ponç Pons (Alaior, 1956), lejos de hundirse y dar cuerda a ese desánimo, se fue a la papelería, compró una pluma Parker pequeña y una gruesa libreta y se puso a escribir. Ese fue el nacimiento de Lokus, la segunda obra de teatro que escribe (en un cajón, acabada a mano pero sin pasar aún a limpio, Quercus, una obra que habla de la religión, espera su turno, que, un día, llegará...) aunque la primera que publica por El Gall Editor en su colección Llibres del món i de la bolla.
La obra «no tiene nada de autobiográfica, ya que, precisamente, quería salir de mí mismo y vivir otras vidas, intentando que el espectador sonría sin perder la seriedad, combinando la comicidad con el drama». Sí «es una comedia que explora los sentimientos de la soledad, el amor, la depresión, la amistad, el sexo, el paso del tiempo... y escenifica las peripecias vitales de un grupo de personajes de una entrañable ternura y una herida y profunda, dolorosa humanidad».
Ponç Pons también define Lokus como «teatro dentro del teatro, vida hecha literatura, ya que ambas cosas son lo mismo», en el sentido de que «hay personajes del mundo de la literatura que son más vivos y los conozco más que a mucha gente de mi propio pueblo».
En Lokus, con «sutil ironía y punzante emotividad», hay varios homenajes artísticos y literarios incluidos, como al cantante Jacques Brel, al pintor Gauguin o a los escritores Shakespeare, Beckett, Chejov o Kakfa, a quien va dedicada la k del título Lokus.
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