Los propietarios del edificio modernista Can Casasayas, situado en la Plaça del Mercat número 13 de Palma, deberán emprender obras en la fachada con carácter de urgencia después de los desprendimientos ocurridos la semana pasada, y que desde entonces requieren un perímetro de seguridad. El edificio, levantado en 1910, está catalogado como Bien de Interés Cultural junto a la 'casa gemela' situada justo enfrente, la antigua Pensión Menorquina.
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La fachada está construida con hierro encajado en marés, y la dilatación del metal provoca la rotura de la piedra. Los desperfectos ocurridos el miércoles se localizaron en un balcón de la tercera planta, pero no son los primeros. Hace dos años se desprendió una parte de otro balcón, situado justo encima de la tienda de moda Purificación García. Desde entonces, cuatro puntales salvan la estabilidad de la estructura. «Desde que apuntalaron, nunca más se supo. Aquí se acumulan las piedras y la basura. Yo no me canso de llamar, pero es como hablar con las paredes», explica Eva Planelles, responsable de la tienda. «¿Si le cae una piedra a la cabeza a alguien, de quién es la culpa?», se pregunta preocupada.
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Tras el último incidente, acudieron los bomberos y técnicos del Ajuntament realizaron una inspección técnica que obliga a una reparación inmediata. Este periódico comprobó ayer que la fachada de este edificio BIC muestra signos de deterioro visibles en numerosos puntos, tanto en forma de grietas como de otros desprendimientos, y una columna está sujeta con alambres. El perímetro de seguridad, que teóricamente está formado por dos hileras de vallas y es de unos dos metros como mínimo, es fácilmente desmontado por los peatones o vehículos que transitan por la calle adyacente.
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El presidente de la comunidad vecinal, Pep Massot, explicó ayer que, tras el desprendimiento de 2007, los mismos propietarios realizaron el apuntalamiento y solicitaron a Cort el permiso de obras para rehabilitar, que fue concedido. Pero los trabajos se han demorado a la espera de una subvención.
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Según confirmó ayer el director general de Patrimoni del Consell, Biel Cerdà, hace dos años no se les pudo conceder la ayuda solicitada «porque las bases de la convocatoria excluían los edificios del conjunto histórico de Palma», algo que él mismo consideró «injusto» y que llevó a un cambio en la normativa. Un año después, los propietarios no pudieron entregar la documentación necesaria dentro del plazo de requerimiento, de diez días. Parece que, finalmente, este año se ha presentado correctamente, pero la ayuda todavía no se ha otorgado. Massot reconoce que «la obligación de conservar el edificio es de los propietarios», pero se queja que, al tratarse de un BIC, «te piden realizar las obras con arquitecto, ingeniero, controles... que no afectan a otros edificios. Ya que nos ponen en la guía del Modernismo, deberían facilitarnos más las cosas. Te sientes bastante huérfano». Los propietarios también solicitaron una subvención a la Direcció General d'Arquitectura i Habitatge del Govern. Les respondieron que, «atendiendo a la cantidad de solicitudes, se han agotado los fondos dedicados a estas ayudas».
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La subvención solicitada es de unos 35.000 euros, para «arreglar las deficiencias más urgentes». La solución definitiva a los problemas de la fachada sería sustituir el hierro inserido en la piedra por acero, que no se dilata y no rompe el material, pero este proceso es mucho más costoso.
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