Conocido como uno de los artistas más representativos del siglo XX por su contribución al movimiento surrealista a través de un imaginario fantástico de símbolos y colores vivos, Miró fue también contestatario, apasionado y comprometido con los turbulentos momentos políticos que vivió.
«El mundo conoce al Miró colorista, simbólico y poético, pero queríamos mostrar esa otra faceta más comprometida», precisó Teresa Montaner, conservadora de la Fundación Miró de Barcelona, con la que la Tate organiza esta exposición de unas 150 obras que se podrá ver entre el 14 de abril y 11 de septiembre del próximo año en la capital británica.
La muestra, titulada Joan Miró»: La escalera de la evasión, toma el nombre de uno de los cuadros del artista catalán en el que la escalera, recurrente en su obra, aparece como símbolo de la necesidad de escapar de una realidad política y social que rechaza. Miró pintó ese cuadro en 1940.
Pese a la necesidad de huir a la que alude el título, Montaner señala que Miró regresó a España con Franco todavía en el poder y se instaló en Mallorca, después de su exilio durante la Guerra Civil en París, donde su compromiso político se plasmó en los numerosos carteles que realizó para recaudar fondos para la República.
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