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Ocho años después, Gabino Diego rescata su polifacético show Una noche con Gabino, un hilarante espectáculo de hora y media de duración donde el madrileño atestigua su enorme capacidad para involucrarse en una frenética sucesión de historias que tienden a la dispersión. Gabino nos pasea de la mano de innumerables personajes, algunos conocidos, otros no, pero todos ellos sostienen un denominador común: forman parte de esa fauna humana que le ha salpicado e influido a lo largo de su vida. Presente en el Trui Teatre mañana y el martes.

-¿Sobre el escenario está todo estudiado de antemano o hay lugar para la improvisación?

-Está totalmente estudiado, incluso los instantes que parecen surgidos de la improvisación. Le concedo mucha importancia a que algo que esté preparado parezca fruto de la improvisación, me gusta que el espectador crea estar viviendo algo único.

-El espectáculo rinde tributo a Elvis Presley, un artista que parece haberle influenciado mucho.

-Me gusta muchísimo Elvis, creo que cada vez canta mejor. El gag al que te refieres habla de mi infancia, de unos recuerdos vinculados a la figura de mi abuela.

-¿Se le puede sacar punta al romanticismo de la derrota?

-Mucha, es lo más interesante. Sobre todo me gusta lo relativo que es el éxito y el fracaso, la delgada línea que los separa. En los últimos años se han ido artistas como Fernando Fernán-Gómez o Agustín González y eso te hace reflexionar acerca del ego que conlleva el éxito cuando, al fin y al cabo, todos acabaremos igual.

-¿Es la comedia el género más complejo?

-Si, porque la buena comedia ha de tener un componente dramático, hay películas donde no distingues si se trata de una comedia o un drama. Ahí queda el ejemplo de uno de los maestros del género, Billy Wilder, en El Apartamento te quedan serias dudas acerca de si has presenciado una comedia o un drama. Lo mismo ocurre con El Guateque, de Blake Edwards, es una comedia con un trasfondo dramático. Ambas utilizan la técnica del clown, un personaje que a través de sus desgracias hace reír a la gente.

-¿Se reconoce en el papel de clown?

-Un poco sí, me considero un actor tragicómico, soy feliz dando vida a ese tipo de personajes. Si con mi tragedia hago que la gente se sienta feliz, bien está.

-Su show se adhiere a la road movie, el desarrollo está condicionado por aquellos personajes que uno se encuentra en el camino.

-En cierto modo sí que es un poco una road movie, ya que las situaciones reflejadas son circunstancias que he vivido. Siempre trabajo así, procuro absorber de la calle todo cuanto pueda servirme, por ejemplo, el personaje de Cuco en Torrente está inspirado en un yonqui de mi barrio.

-¿El regreso de Una noche con Gabino responde a una necesidad artística o puramente comercial?

-Puramente comercial, por supuesto (risas). No, que va, era un proyecto que tenía aparcado desde hace tres años y creía que ahora era el momento de subir al escenario mis nuevas vivencias.


-¿Cine o teatro?

-Soy muy feliz con el teatro pero me encanta el cine y estoy muy orgulloso de las películas que he hecho. Lo que realmente me gusta de esta profesión es su carácter trashumante, hoy estar aquí y mañana allí.