Las próximas elecciones, el Palau de Congressos, Son Espases, la reivindicación del catalán, el aumento de la edad de jubilación y los recortes de ZP, la ley antitabaco, pero, sobre todo, un José María Rodríguez como posible candidato a la alcaldía de Palma ganaron el pulso a la crisis en las 'morcillas' con las que los intérpretes de L'Adoració dels Reis salpicaron de ironía y actualidad el texto de Llorenç Moyà. Fue ayer, en una soleada mañana en Ses Voltes de Palma en la que el numerosos público volvió a demostrar el arraigo del evento.
Herodes, interpretado por Antoni Verger, director general de Mobilitat del Govern, y candidato a Cort, fue saludado por un Doctor de la Llei como: «Rei del PSM». El malo de la función, en una actuación con algunos momentos geniales, combinados con pequeños olvidos de texto, preguntó a los Reyes Magos, cuando llegaron a su palacio: «¿Heu trobat per Madrid a Rodríguez cercant avals?». Y la pasión nacionalista le llevó a un fallo de memoria cuando criticó con énfasis «als inmigrants que no saben català».
El tono humorístico sobre el alcaldable del PP a Palma se mantuvo en bastantes intervenciones, como si quienes lanzaban las ironías pensaran que Rodríguez encarnaba el espíritu de una de las más célebres frases del personaje de Herodes cuando, ya dispuesto a matar a todos los infantons de su reino, grita al General: «Mata, incendia, arrasa».
Ayer, el tono de las morcillas se mantuvo en el campo de la ironía, como debe ser, sin pasar al insulto, aunque se dijeron verdades como puños: «Què fácil és governar quan no s'ha de posar dels teus [doblers]». De este modo, los espectadores también disfrutaron del texto de Moyà, memorable en muchos de sus pasajes, sobre todo en las intervenciones de Herodes y de los criados de los Magos, auténticos representantes de la picaresca popular.
La crisis se mostró simbólicamente en el diseño de vestuario, que firma Rafael Pizarro, quien dijo que «este año todos los personajes llevan cinturón»; y, además, hubo menor profusión de 'joyas' y 'pedrería' en los adornos de sombreros. Otra novedad fue que dimonis y àngels salieron a pares. Con risas y aplausos premiaron los espectadores el esfuerzo de estos actores por un día, representantes de la sociedad civil.
El músico de pop Pere Janer fue el primer hombre en la historia de L'Adoració palmesana que interpretó a la Sibil·la, que abordó «de manera tradicional» con unos interludios de música moderna compuestos por Jaume Manresa, de Antònia Font. La vivió «como un regalo de Reyes». La cantante Genia Tobin y el músico Tomeu Estarás, que tocó la flauta, compusieron una Mare de Déu y un Sant Josep muy aplaudidos.
Y al terminar, los fumadores fueron a «gaudir d'un cigarret al Camí de Jesús».
5 comentarios
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Esta vez le ha tocado representar el papel de un rey Mago, cuando en realidad su papel sigue siendo el de un PAYASO.
A este pobre desgraciado también se le puede criticar con énfasis que ni él ni la mayoría de progres baratos de su partido y del "pacte" saben hablar español. Esto si que da pena, ¡pobres de espíritu y mente!, tendrían que viajar un poco más para que vean que más allá de estas islas hay algo más.
Así como están las cosas, no entiendo como no les da vergüenza ir haciendo "humor" y criticando... Cabeza baja, humildad y trabajo...es lo único que deberíamos pedir a los políticos.
Que panico tiene la progresia a perder sus prebendas...ya dice el refran "que hablen de mi, aunque hablen bien..."...curts!
Esto demuestra claramente que el sexagenario José María Rodríguez Barberá (1947), imagen cochambrosa del PP palmesano, inquieta porque, a pesar de los pesares, si lo presentan como candidato (que no lo harán), ganaría las elecciones municipales palmesanas de calle; pero serviría para que los perdedores proclamaran que los conservadores no se habían renovado. Es el mismo caso de Alvarez-Cascos, a escala reducida local, que demuestra que algunos monstruos de la política, siguen dando miedo y temen que pudieran volver a ganar.Caiga la que caiga siguen en el candelero y este mérito cabrea al personal, que incluso obsesionados, los meten en sus versos jocosos, para descalificarles, pero consiguen el efecto contrario. No hay desprecio más grande que el olvido y los progresistas tienen a Rodríguez permanentemente en SU TEMEROSO pensamiento.