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En 1995 repartía flyers para su sesión en Pacha (Eivissa) y la gente se reía de él, como David Guetta ha comentado en varias ocasiones. Ahora todo ha cambiado. Es el hijo pródigo del dance y, en la madrugada de ayer en BCM, dejó claro quién manda en su campo. Ahora el que se ríe es él, «I'm David Guetta, bitch!».


En una sala llena de su público, mayoritariamente europeo, y con el cartel de no hay entradas, se bajó del coche un David Guetta con una camiseta de un payaso menos sonriente que su dueño, que ya era difícil. Llegando a las 02.00, las ansias y los nervios de los presentes se empezaban a palpar a base de empujones. Se acercaba la hora. Era el momento. Suena Sweat y Guetta no cesa de reír. Durante más de tres horas de actuación, el DJ y productor parisino pincha todo su repertorio. No faltan Memories, When love takes over, One love o Give me everything, del archiconocido Pitbull. Club can't handle me y Where them girls at, single del disco que publica a finales de mes, significaron la erupción de ese volcán llamado Guetta que estaba en constante ebullición.

El magma a ritmo de canciones que suenan por doquier en todas las discotecas del mundo prosiguió hasta las 05.00 de la mañana, hora a la que muchos de los asistentes se fueron más que satisfechos a sus lechos. Las reacciones del público fueron muy homogéneas y todas coincidían en que Guetta es un genio de la lámpara. Como uno de los asistentes dijo, el DJ parisino «lo ha petado».