El monólogo cómico permite a Rico hablar, «a raíz de la experiencia con diferentes maridos que ha tenido Patricia, de esas manías que no soportamos, de las broncas que a veces compartimos con las amigas y de esas cosas que suceden en la cama». Enfundada en la piel de esta joven y gracias a la magia de la escena, Rico consigue librarse de la vergüenza para hablar, «con mucho sentido del humor, de sexo o de otras cosas íntimas» con las que el público se siente muy identificado.
Mejor viuda que mal casada es «un espectáculo a mi medida», en el que Beatriz Rico cumple su «sueño de coger un bombín y una silla y cantar cabaret, en un homenaje a Liza Minelli».
Entre tanta carcajada, Beatriz rompe la cuarta pared, frena a su alocada Patricia y se sienta frente al público para «presentarme como Beatriz y hablarle de las miserias de esta profesión. Es un momento íntimo que siempre quise hacer, porque quiero que me conozcan a mí. La gente piensa que vivimos en un mundo de fantasía y no es así. Este trabajo es duro, sobre todo cuando vas cumpliendo años y te quieres seguir manteniendo», explica. Luego, vuelve la comedia y Patricia le carga de adrenalina para continuar hasta el final.
Beatriz Rico está dedicada en cuerpo y alma al teatro, que le llevará, de momento, a Valencia, Murcia, Canarias o Bilbao. «Estoy centrada en esto, mientras espero el estreno de las dos últimas películas en las que he participado»: El clan, un thriller en el que comparte reparto con Octavi Pujades o Pepe Sancho, y Las hijas de Danao, de Fran Kapilla.
Mejor viuda que mal casada. Protagonizada por Beatriz Rico. Auditòrium de Palma. Del 15 al 19 de febrero
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