Rafael Álvarez El Brujo, ayer en Ciutat.

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Una obra «con marcadas conexiones mediterráneas», escrita por un Premio Nobel de Literatura, Darío Fo, y adaptada por el intérprete Rafael Álvarez El Brujo (Córdoba, 1950). Así presentó ayer el actor San Francisco, juglar de Dios , montaje sobre la figura de San Francisco de Asís que, a pesar de contar con un largo recorrido -se estrenó en 2002 en Salamanca-, nunca había recalado en la Isla. Ahora, desde ayer, y hasta el domingo 19, se podrá ver en el Auditòrium de Palma.

El Brujo se define a sí mismo como «un contador de historias». «Es un instinto natural del ser humano. Cualquiera en un bar puede contar una historia, pero el trabajo del actor es elaborarla, explorar su dimensión y añadir entretenimiento. Cada uno debe tener su estilo, es lo que te otorga identidad propia», añade. En esta ocasión, el ganador de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2002 pone voz a un San Francisco de Asís «diferente, más fuerte, con un relato que parte de las leyendas populares sobre su figura, dejando a un lado las canónigas. Me interesa el San Francisco de Asís a quien le preocupan los más necesitados o la naturaleza, y con una gran empatía», matiza.

El Brujo ha adaptado el lenguaje de la obra «a la sensibilidad mediterránea, aportándole ese toque de humor que lo diferencia de otras regiones. Seguramente, lo que hace reír en Salamanca no lo haga en Palma», apunta.

Dignidad

Con «dignidad». Esta es la actitud que toma el actor ante la crisis. «Devolver el entusiasmo al público y buscar nuevas fórmulas es algo que me atrae mucho», confiesa el actor, quien considera que «el Ministerio de Cultura no se preocupa por el teatro». «En mi opinión, para los ministros de Cultura no existe el teatro. No conocen el tejido de las compañías privadas ni lo que los ayuntamientos deben a éstas», concluye.

San Francisco, juglar de Dios. El Brujo. Auditòrium de Palma. Hasta el 19 de febrero.