Glòria Pérez-Salmerón, ayer, en el museo Es Baluard. | M. À. Cañellas

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Felipe V fundó hace 300 años la institución cultural más antigua de España: la Biblioteca Nacional. Su aventura a lo largo de este tiempo ha sobrepasado todo tipo de adversidades y contratiempos. Hace dos años que Glòria Pérez-Salmerón (Barcelona, 1958) asumió la dirección. Su experiencia al frente de otras instituciones como fue la jefatura del Servicio de Cooperación Bibliotecaria del Departament de Cultura i Mitjans de Comunicació de la Generalitat de Catalunya llevó a la exministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, a apostar por ella. Pérez-Salmerón tenía un reto, capitanear la transición de la cultura analógica a la digital. Las aguas la trajeron hasta la Isla y en Es Baluard presentó la muestra Otras miradas.

—¿Cómo valora que la Biblioteca Nacional haya pasado a ser sólo una Subdirección General?

—En su momento ya lo critiqué porque era la presidenta de la Federación Española de Sociedades de Archivística, Biblioteconomía, Documentación y Museística (FESABID). La junta redactó un manifiesto en contra de esta degradación porque nos parecía que era como un castigo a la biblioteca. Sin embargo, más allá de las estructuras, la biblioteca no ha notado absolutamente nada, solamente cambió la denominación.

—¿Hay posibilidades de recupere la categoría?

—No, porque lo que se está persiguiendo, y ayer [por el miércoles] el propio secretario de Estado lo anunció en la presentación de Leonardo Interactivo, es una nueva ley reguladora que le de autonomía de gestión y flexibilidad a la biblioteca, por lo tanto ya no entrará dentro de esas estructuras, continuará siendo la persona que la dirija, su director o su directora sin que esté dentro del ministerio.

—Con los recortes en cultura no habrá dinero para bibliotecas. ¿Cómo lo afronta?

—La Biblioteca ha tenido recortes importantísimos y no tenemos más remedio que trabajar con el presupuesto que se nos asigna –36 millones de euros– y buscar otros fondos, otros patrocinios fuera del marco público. Pidiendo a las empresas, a las compañías, que apuesten e inviertan en algunos proyectos que puedan ser de su interés. Es lo que está ocurriendo con la digitalización, que Telefónica nos financia la biblioteca digital hispánica.

—En Palma, la biblioteca Can Salas lleva dos años sin calefacción ni aire acondicionado, víctima de los recortes.

—No lo sabía, pero sé que la situación de las bibliotecas es precaria, como en otros muchos centros, es una pena. Nosotros, por ejemplo, estamos reduciendo el tema de climatología, la iluminación de la fachada...es superfluo. Lo importante es que los fondos se puedan conservar y que la biblioteca pueda abrir. A veces hay que priorizar.

—¿De qué manera influyen los avances tecnológicos?

—Las nuevas tecnologías han impactado de lleno en la Biblioteca Nacional y no solamente en la digitalización del centro y ofrecerlo a través de Internet, sino también para interactuar con los usuarios a través de las redes sociales. Pretendemos que a la biblioteca se pueda acceder desde el móvil.