—¿Ha aprovechado el recital para reivindicar a poetas gallegos?
—Me ha permitido reencontrarme con autores como Yolanda Castaño, que tiene una energía y fuerza poética tremendas, o Luisa Castro. Buscaba en la selección traer a poetas gallegos que quizá no fueran tan conocidos, como Anxo Quintela y Antón Dabao.
—Recitará [ayer] en su lengua de nacimiento, con la que trabaja y la que le acoge estos días...
—Soy defensora de todas las lenguas, son riqueza. Cualquier lengua que me propongan pues allá voy.
—Le veo ya en Mallorca, en alguna serie.
—Claro... Me preparé el papel para una película rusa en veinte días y por Skype. Sólo hay que prepararse fonéticamente el texto, estamos preparados para ello. Es nuestro trabajo.
—Imagino que, pese a la interpretación, no puede desprenderse de su otro yo, la periodista.
—He ejercido como periodista y está ahí. Mi vena periodística sale cotidianamente. Uno no puede evitar ver la realidad desde la crítica y el análisis.
—Pero, al final, ¿la ficción pudo con la realidad?
—Desde chiquitina siempre quise ser actriz. Cuando planteé en mi casa ser periodista ya se montó un cirio, imagínate actriz... Me lo negué durante mucho tiempo, pero desde que soy actriz me acerco más a la felicidad.
—Ha trabajado en las series más punteras de la televisión española. ¿El teatro es un respiro?
—Sí. Desde 2005 lo voy compaginando. En este tiempo he trabajado con Sacristán, Arturo Fernández, Nancho Novo o José Coronado. La alternativa de cambio te renueva.
—Y eso que la cosa está fatal.
—La cosa está fatal en todo lo que significa cultura porque hay un gobierno que la quiere destrozar. Les caemos mal, sí, pero que disimulen un poco. Que digan que, como las arcas están mermadas, el 21 % de IVA es necesario... Todos sabíamos que la gente iba a dejar de ir al teatro, que se estaban aniquilando compañías, posibilidades de proyectos... El 21 % sólo existe en España, y sólo en cultura.
—A cambio tenemos taquillas desastrosas.
—Es que es una falacia que sea por recaudación, porque ha bajado, y mucho, la asistencia a los teatros, los cines... Han cerrado en Madrid tres teatros en un mes. Mientras se enarbole la bandera de ir contra nosotros se está dejando a España sin señas culturales.
—Viaja con un monstruo como Arturo Fernández, con un público muy fiel, ¿quizá se nota menos?
—Sigue llenando. Arturo lo que ha hecho como empresario es asumir el 21 %. No ha subido las entradas. Él puede hacerlo, pero esto es un oasis dentro del panorama nacional.
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