¿Les suena el galardón Disco de Oro? También lo hará otra distinción si cabe más representativa del poder mediático de un artista, el Disco de Platino. Pero cuántos de ustedes han escuchado esta otra: Disco de Uranio. Distingue al LP capaz de despachar la friolera de 50 millones de copias y Raphael se lo embolsó el año 1982, entonces al de Linares el ‘Oro' y el ‘Platino' le salían por las orejas, así que la industria tuvo que inventarse una nueva categoría. Convendrán conmigo que frente a semejante personaje sobran las presentaciones. Sus fans tienen una doble cita los próximos 12 y 13 de octubre, a las 21.00, en el Auditòrium de Palma.
—Dígame: ¿Usa pilas Duracell?
—Leo, hago deporte y trabajo mucho, creo que es la mejor forma de no envejecer prematuramente.
—¿De qué modo le ha afectado la crisis?
—Hago frente a un IVA infrahumano, aunque me tomo la crisis como un aliciente.
—¿Siente que le quedan muchas cosas por contar?
—Sí. Cuando llegue el momento de dejarlo seré el primero en darme cuenta, entonces me iré de vacaciones, que no de retiro, porque a un artista sólo lo retira la muerte.
—En su más de medio siglo en la música, ¿cuál ha sido el peor momento que ha vivido?
—Hace diez años, cuando tuvieron que trasplantarme, pero confieso que también fue el más glorioso porque nació un nuevo Raphael, más humano, más persona, más cariñoso.
—¿Siente nostalgia de esos tiempos en los que era necesario componer canciones para crear ilusión a las gentes?
—Ya no se escriben canciones como las de esa época, pero de entonces lo único que echo de menos es a mis padres. Mi madre disfrutaría viendo en lo que me he convertido.
—¿En estos tiempos enlutados qué es más necesario, la música, los medios de comunicación o los políticos?
—Si está bien hecho todo es necesario.
—¿Cuál es su plan de domingo ideal?
—En casa, guisando la comida para el ejército que somos ya. Me siento en la cabecera de la mesa callado viendo como charla mi familia, me resulta apasionante.
—¿De no haberse dedicado a la interpretación a qué lo hubiese hecho?
—No lo sé, pero siempre algo que tuviera que ver con el arte, quizá pintor o escultor.
—De todos los problemas destapados por la crisis, ¿cuál le indigna más?
—Los recortes y el ahogamiento del mundo del espectáculo.
—¿Es fácil controlar el ego teniendo éxito?
—Es fácil. Quién no lo controle es que no tiene dos dedos de frente.
—¿Quien no es de izquierdas en la juventud no tiene corazón y quien no es de derechas en la madurez no tiene cabeza?
—Soy una persona de centro con la vista mirando un poquito a la izquierda, porque es la gente que nos necesita siempre. La derecha es muy válida, todos lo son, hay que coger lo bueno de cada parte, pero es cierto que desde el centro se ve todo mejor.
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