Muere el editor y escritor Josep Maria Castellet a los 87 años

Nacido en Barcelona el 15 de diciembre de 1926, se licenció en Filosofía y Letras y en Derecho por la Universidad de Barcelona, y ya desde joven se forjó como crítico literario en publicaciones universitarias, unos artículos que recogió en el volumen «Notas sobre literatura española contemporánea» (1955).

Su carrera literaria comenzó en los años 50 en las páginas de la revista Laye y en 1959 se formó bajo sus directrices la Escuela de Barcelona, que apadrinó el encuentro con otros poetas españoles por medio de homenajes como el de Antonio Machado en Colliure, encuentros de poetas en Formentor y lecturas de poemas en el Ateneo de Madrid.

Su primera obra importante fue la antología «Veinte años de poesía española» (1960), publicada inmediatamente después del homenaje a Antonio Machado en 1959, y considerada entonces un manifiesto a favor de la poesía social.

Tres años más tarde vería la luz la antología «Poesia catalana del segle XX», escrita junto al crítico Joaquim Molas y considerada el manifiesto del realismo histórico en Cataluña.

En 1970 llegaría su obra más conocida, «Nueve novísimos poetas españoles», el cual originó un cierto revuelo que transcendió en la prensa internacional. Años más tarde, Castellet dijo que la edición del libro le sirvió para liberarse de «la pesadilla estética» que él mismo había «contribuido a montar» con su primera antología.

También es autor de «Iniciación a la poesía de Salvador Espriu», (1971); «Literatura, ideología y política» (1976); «Maria Girona, una pintora en llibertat» (1977), «Josep Pla o la raó narrativa», (1978), que fue Premio Josep Pla, y «Los escenarios de la memoria», (1989).

En marzo de 2001, ocho de los protagonistas del libro «Nueve novísimos poetas españoles», entre ellos Pere Gimferrer y Manuel Vázquez Montalbán, le rindieron un homenaje y presentaron la reedición del libro.

En 2009 publicó «Sis personatges en temps adversos» y «Seductors, illustrats i visionaris», en el que evoca la experiencia vivida junto a sus amigos en los años del franquismo, y en 2012 llegó su última obra, «Memòries confidencials d'un editor».

Conferenciante y ponente en universidades y congresos literarios de todo el mundo, es además autor de numerosos prólogos y epílogos para obras de autores como Steinbeck, Goytisolo, Cela, Lúkacs, Espriu o Vargas Llosa. La mayor parte de sus libros han sido reeditados y traducidos a varios idiomas.

No menos destacada fue la actividad de Castellet en tareas editoriales, tras incorporarse en 1964 como director literario de Edicions 62, donde ejerció esta función durante más de tres décadas, convirtiendo a la editorial catalana en una referencia.

En 1996, cuando se jubiló, pasó a ocupar el cargo de consejero de la empresa y en 2000 fue nombrado presidente del consejo de administración del Grup 62, responsabilidad que ha ejercido hasta su muerte.

Castellet fue el primer presidente de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana, entidad fundada en 1977, y decano de la Institució de les Lletres Catalanes entre los años 2006 y 2010.

Fue además miembro de la Sociedad Europea de Cultura con sede en Venecia, de la Asociación Internacional de Críticos literarios en París, y del Comité Directivo del Pen Club, en Barcelona.

Entre los galardones que recibió, figuran el Premio Taurus de Ensayo (1970), el Premio Gaziel de Periodismo (1977), el Premio Josep Pla (1978) y el Premio de las Letras Catalanas de Ensayo por «Els escenaris de la memoria» (1989).

Estaba en posesión de la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña, de la medalla Pro Cultura Hungarica otorgada por Hungría y de la Orden Nacional del Mérito, en su categoría de «officier», de Francia.

El 11 de diciembre de 1992, el Consejo de Ministros acordó concederle la Medalla de Oro de las Bellas Artes, que recibió al año siguiente de manos del rey Juan Carlos I.

El último reconocimiento público a su obra vino en noviembre de 2010, cuando le fue otorgado el Premio Nacional de las Letras por su destacada trayectoria y por haber «servido de puente» a lo largo de su vida entre la cultura catalana y la del resto de España.