Pujol visita estos días a su familia. | Teresa Ayuga

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Puede que los astros se hayan alineado o, simplemente, que después de una carrera «sin prisas», Jaime Pujol (Palma, 1961) merezca recoger los frutos sembrados. En Ciutat, donde descansa junto a sus padres unos días, habla del «momento dulce» que atraviesa, cargado de proyectos, incluso internacionales, de su regreso a la exitosa serie Amar es para siempre y su reencuentro con el personaje del fiscal corrupto Martín Angulo.

—Vuelve al ritmo frenético de la serie diaria... ¿Qué riesgos tiene para un actor?
—Aunque suene muy duro decirlo, la depresión... Es un privilegio trabajar, y no me quejo, pero sí que es cierto que Amar es para siempre es una serie muy dura, de las series más duras en las que he trabajado. El ritmo de rodaje es de un capítulo y cuarto diarios. Eso te hace llegar con el texto con alfileres. Curte, pero también me ha vuelto a generar inseguridades.

—¿Cómo encaja el papel de malo?
—Lo que me ha pasado con esta serie, y con las dos anteriores en las que he interpretado este tipo de personajes, es que la gente que consume este tipo de series diarias es muy fanática de las tramas, se apasiona, y no te ve como el actor que interpreta al personaje, sino como el personaje. Por la calle me han llegado a decir de todo. ¡Qué malo eres!

—Pero le gusta...
—Es fascinante interpretar personajes que son el polo opuesto a tu forma de ser. Es un reto, un riesgo, una aventura y una gran dificultad. He tenido que hacer secuencias de violación, y me costó mucho.

—Combina la interpretación con la dirección, la escritura...
—Diversifico mucho mi trabajo. Se retroalimentan, aprendo mucho de otros directores para facilitar el camino al actor. También me he dedicado a la enseñanza. En Palma, en los noventa, estuve un año dando clases en la escuela de arte dramático.

—¿Pero lo suyo es ser actor?
—Después de tanto tiempo lo mío no sé qué es... ¡Todo! Al fin y al cabo, están relacionados. Todo tiene que ver con lo mismo. Y me hace feliz. Siempre me he tomado mi carrera como una maratón, trabajo al día, voy haciendo...

—Está teniendo bastante éxito y muy buenas críticas un texto suyo, Continuidad de los parques, bajo la dirección de Peris-Mencheta... Lo escribió hace veinte años y lo acaba de publicar.
—Es un texto que ha ido evolucionando, incluso le he ido añadiendo piezas. Lo acabo de publicar junto a Tierra en los ojos. Son textos que tienen cosas en común, en los que soy muy jugón. Peris-Mencheta ha hecho un trabajo magnífico, es un grandísimo director y he disfrutado mucho viendo la obra como espectador.

—Hablando de espectadores de teatro. Es obligado preguntarle por la situación del sector, las medidas del Gobierno y la crisis.
—Me parece un gravísimo error cómo se ha orientado la política cultural. Me sumo al sentimiento de que por detrás de estas medidas hay algo más, un intento de revancha, quizá. Las consecuencias son un 80 % de paro. Agravado, en el caso de Valencia [donde vive] por el cierre de Canal 9, el impago a las productoras... Es un desastre y veo a compañeros míos que tienen que volver a empezar otra vez, algunos en México o Colombia, donde nos reciben con los brazos abiertos.

—¿A usted también?
—He encontrado un representante en México, y en estos dos últimos años he creado formatos para televisión, concursos. Los concursos son dramaturgia pura con un propuesta de improvisación.

—No le falta creatividad...
—Sí, a veces me despierto por la noche con alguna idea... no puedo parar. La verdad es que estos meses están coincidiendo muchas cosas. Recientemente han nominado a los Max, como mejor espectáculo de teatro musical, Despertarás ayer, que he dirigido y próximamente tengo previstas tres direcciones escénicas.

—¿Ha intentado alguna vez traer a casa algunos de sus proyectos?
—Lo he intentado algunas veces, pero es muy difícil... También decidí irme a los dieciocho años de la Isla por eso. Lo que sí me volverá a traer a Palma, donde vengo dos veces al año para ver a mis padres, será la presentación de un cortometraje en el que he participado, Se vende varita mágica, de Coque Jiménez. Será en el marco de un congreso sobre lupus que se celebrará en mayo.