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La falta de recursos humanos, técnicos y económicos está causando «estragos» en la Biblioteca Can Sales de Palma, de titularidad estatal y que gestiona el Govern balear. Si hace dos años, la Planta Infantil y la Bebeteca vieron su horario reducido, abriendo al público tan solo por las tardes, ahora será la Sala de Investigación y Lectura del centro, ubicada en la segunda planta, la que verá menguada su apertura a los usuarios. A partir del 1 de septiembre, solo abrirá por las mañanas, de 8.30 a 15.00 horas, y los sábados, de 9.30 a 14.00 horas, tal y como se informa en su página web.

La razón que ha llevado a la biblioteca a tomar esta decisión es por «falta de personal», señalan fuentes de Can Sales. La empleada de la segunda planta se jubila el próximo septiembre y «la plaza no se cubrirá, como ya ocurrió con la otra persona que trabaja en esa misma sala, que también se jubiló hace un año y medio».

Servicios

La reducción de horario no es el único problema que afecta a la Sala de Investigación y Lectura. Desde hace algunos meses no se pueden ofrecer muchos de los servicios. Por ejemplo, las pantallas de audiovisuales están en desuso, como indica un cartel: «Por falta de personal, necesario para atender correctamente la sala, no se permite utilizar los televisores, perdonen las molestias». Ahora tampoco se podrá dar uso a los ordenadores por la tarde, «que disponen de Internet y son fundamentales, a veces, para la búsqueda de información». Según lamentan las mismas fuentes, «estamos ante una limitación de los servicios básicos de una biblioteca estatal y pública». Cabe recordar que, precisamente, en esta sala se encuentra todo el fondo bibliográfico de Can Sales referente a cultura y literatura balear, prensa, documentos históricos, etc, «un aspecto clave para investigadores, opositores y estudiantes, que ahora no tendrán acceso a toda esta información».

De este modo, otro escándalo golpea de nuevo a Can Sales, que arrastra cuatro años de reducción de presupuesto –hasta un 50 por ciento en el último lustro–, falta de medios humanos, –han pasado de casi 50 empleados a los 18 que trabajan actualmente–, y una situación precaria en cuanto a instalaciones básicas, como, por ejemplo, la climatización.