‘La aparición de los sagrados corazones a San Luis Gonzaga y San Juan Berchmans’, pintura del siglo XVIII, del fondo del convento, catalogada por Pere Terrasa. | Jaume Morey

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Tras dos meses y medio de intenso trabajo en el monasterio de Santa Elisabet de Palma de monjas jerónimas, el restaurador Pere Terrasa ha finalizado la catalogación de la colección de pintura y escultura susceptible de ser trasladada al convento de Sant Bartomeu de Inca, de la misma orden, debido al mal estado arquitectónico y de habitabilidad en el que se encuentra el primero, cerrado desde 2015.

Como el monasterio, la iglesia y unos doscientos bienes muebles variados están declarados Bien de Interés Cultural (BIC), esta investigación se ha hecho siguiendo el mandato del Departamento de Patrimoni Històric del Consell, según recordó este miércoles la directora insular del mismo, Kika Coll, y sería la segunda fase de una operación de traslado temporal que comenzó con el análisis de las condiciones ambientales que las piezas se encontrarán en Sant Bartomeu, donde se ha estado midiendo con regularidad la temperatura y la humedad.

Según Coll, que ha mantenido personalmente un seguimiento «bastante periódico» de este asunto «con las monjas, el restaurador y la abogada» de las jerónimas, «aparentemente las condiciones [de ambos conventos] coinciden» por lo que las piezas no sufrirían por el cambio de ubicación. Las monjas que vivían en Palma querían llevarse los bienes muebles a Inca, donde residen, lo que, finalmente, Patrimoni autorizó tras solicitar unos estudios previos, que son los que ahora ha finalizado Terrasa.

El restaurador ha catalogado 91 obras de arte religioso mediante una completa ficha con información sobre cada una de ellas y, además, aunque no estaba previsto, ha inventariado los ornamentos litúrgicos textiles. El resultado ha sido un registro de «unas quinientas piezas» que ya están controladas y, posteriormente, «pueden estudiar los expertos en tejidos».