Fotografía de Archivo de la actriz Ángela Molina, que ha sido galardonada este jueves con el Premio Nacional de Cinematografía 2016, dotado con 30.000 euros, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales. | Carlos Barba

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La actriz Ángela Molina, «espontánea, auténtica, arriesgada y original», ha sido galardonada con el Premio Nacional de Cinematografía 2016 «por su trayectoria profesional que viene desde sus primeras películas con apenas 20 años», han informado a Efe fuentes del Ministerio de Cultura.

En esta carrera ha dejado palpable «la estirpe de artistas de donde proviene, trabajando fuera y dentro de nuestras fronteras, marcando con sus interpretaciones la talla de actriz que la han hecho merecedora de numerosos reconocimientos y premios"

Así lo ha considerado el jurado del premio, dotado con 30.000 euros, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales. En su fallo, el jurado ha destacado también su «amor y generosidad con cada uno de los actores y directores que ha trabajado».

El jurado ha estado presidido por Lorena González Olivares, directora general del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, y ha actuado como vicepresidenta Guadalupe Melgosa, subdirectora general de Promoción y Relaciones Internacionales del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales.

Entre los miembros del jurado se encontraba Fernando Rodríguez Trueba, galardonado en la anterior convocatoria.

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Nacida en Madrid y tercera de los ocho hijos del cantante y actor Antonio Molina, sus hermanos Paula, Miguel, Mónica y Noel también se dedican a la interpretación y a la música. Su hija Olivia Molina es igualmente actriz.

La galardonada estudió ballet clásico, danza española y Arte Dramático en la Escuela Superior de Madrid y Luis Buñuel la eligió en 1977 para protagonizar, junto a Fernando Rey, «Ese oscuro objeto del deseo», película que le proporcionó renombre internacional y le abrió las puertas de la cinematografía europea.

Buñuel dijo de ella que poseía «el rostro de una virgen pagana», afianzando así el mito de mujer instintiva y pasional que conserva en su mirada cierto primitivismo.

En la década de 1980 se convirtió en rostro habitual de la gran pantalla, tanto en España como en Francia e Italia, con incursiones en el cine alemán y norteamericano.

Una fructífera colaboración con el director Manuel Gutiérrez Aragón afianzó su carrera con papeles principales en «Camada negra», «El corazón del bosque», «Demonios en el jardín» y «La mitad del cielo».

En 1985 recibió el Gran Premio de la Crítica de Nueva York y en 1986 el David de Donatello que otorga la Academia de Cine de Italia. Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián en 1986 por «La mitad del cielo», posee desde el año 2013 la Medalla de Oro de la Academia de Cine.