La autora de la tesis, Maria Magdalena Gelabert Miró. | Redacción Cultura

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Maria Magdalena Gelabert Miró (Manacor, 1964) ha dedicado más de diez años a estudiar en profundidad la vida y obra de Antoni M. Alcover –de hecho, hasta el momento, ha sido la directora gerente de la Fundació Antoni Maria Alcover de Manacor–. Hace cinco años, Gelabert decidió, motivada por un texto de Caterina Valriu –directora del trabajo–, centrarse en la figura de la mujer en las rondaies de Alcover, publicadas a partir de 1880. Para hacerlo, la filóloga ha analizado 433 textos, a los que ha aplicado 25 campos de estudio y ha extraido 45.898 variables.

«Lo primero que tuve claro era que recogería todo el corpus entero, ya que hay bastantes precedentes de investigadores de prestigio que así lo han hecho, como Jack Zipes de la obra de Giuseppe Pitré. Además, Alcover partió de una base popular de referencia pero que él construyó de su puño y letra, añadiendo también comentarios y aclaraciones en diversidad de rondaies, desde las maravillosas y fantásticas a las más realistas y humorísticas», explica Gelabert.

«De las 433 que he analizado solamente en tres, aparecen casos de violencia de género: Una novia malfeneranda, Na Mal-filanda y Ets Amos De Son Sales, Son Saleta i Son Salí. Aunque cuantitativamente hay muchos más hombres que mujeres, ellos lo son en un 57,47 por ciento; mientras que ellas un 14,66, cualitativamente son ellas las que tienen mayor protagonismo, las que tienen el poder de decisión. Aquellos que piensen que las rondaies son misóginas es porque no las han leído en profundidad», señala. Por otra parte, la autora advierte que, en muchas ocasiones, son los hombres los que son ridiculizados. «Ellas son las que les ayudan, las que les sacan las castañas del fuego y las que controlan la economía familiar y las reservas para la subsistencia, pues impera el matriarcado. Solamente en Ses dones bambes es la mujer la ridiculizada, aunque en un sentido muy diferente al de los personajes masculinos», aclara. Otro aspecto que destaca Gelabert es el matrilinaje. «El rey siempre intenta casar a la hija con un noble o príncipe, pues el linaje pasa por la sangre de la mujer. Pero ella pone una serie de condiciones y hace pasar al candidato por una serie de pruebas para que demuestre su valía, como en el caso de Ses sabates de pell de poi», cuenta.