Maria del Mar Bonet mostró calidez con la decena de músicos que la acompañaron en el escenario y con el público, al que emocionó. | Jaume Morey

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De Cuba a Mallorca. Ultramar es la culminación de la carrera de Maria del Mar Bonet, que celebra sus 50 años sobre los escenarios. Ultramar es la gira que finalizó este miércoles en el Teatre Principal de Palma y el disco que la cantautora grabó en Cuba, al otro lado del océano.

Fue un concierto muy esperado ?tenía que celebrarse el pasado 30 de septiembre? y con altas expectativas, pues Bonet, una artista más que consolidada, se enfrentaba a unas sonoridades que no conocía. O eso pareceía, al menos, antes de esa cita que, seguro, pasará a la historia. De historias sabe mucho Bonet, por haberlas vivido y, especialmente, por querer compartirlas. Así lo demostró este miércoles, una vez más, a su fieles seguidores. «Querría decir muchas cosas», confesaba, al inicio de su actuación. Y así lo hizo, aunque brevemente. Contó a la abarrotada Sala Gran del Principal de dónde venía cada canción, su gestación y nacimiento, como la primera imagen que vio al llegar a La Habana: un colibrí en un hibiscus.

La esencia de Ultramar es el diálogo y los «colores», como bien definió Bonet. Un diálogo entre la música popular cubana de campo e incluso danzas y bailes sin letras; y la mallorquina, heredera del Cançoner del Pare Ginard, con poemas de Guillem d?Efak, Gabriel Janer Manila y de Miquel Costa i Llobera. Pero Maria del Mar Bonet no se limitó a interpretar el disco, sino que regaló al público otros temas, como No voldríem res més ara, Cançó de Na Ruixa Mantells. Bonet fue cálida con sus compañeros de escenario y con los espectadores, a los que contó sus sueños íntimos, como Nina Ninona.

El punto álgido de emotividad llegó, como era de esperar, con Què volen aquest gent?, canción que ya interpretó recientemente en el Liceu de Barcelona y que dedicó a los que «de verdad sufrieron» el 1 de octubre. Esta vez Bonet homenajeó a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, «para que regresen muy pronto a sus casas». Bonet siempre ha sido fiel a sus raíces mallorquinas, pero también, como artista, ha permanecido abierta a otras culturas. Ella, que ha llevado el catalán hasta el más recóndito rincón del mundo, es leal defensora de él. Por ello, no es de extrañar que el público esperase La Balanguera, que finalmente llegó tras una veintena de temas al estilo cubano.