Sexy Sadie, la banda liderada por Jaime G. Soriano. | M. À. Cañellas

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En su autobiografía, Morrissey asegura que la cultura pop es adicta a su propio pasado. Tiene razón, si lo piensan somos un poco arqueólogos de lo que quedó atrás. Si a esa sensación le añadimos un toque de rebeldía generacional, esa que persigue al rock desde que The Beatles estremeció al mundo, daremos con las señas de identidad de Sexy Sadie.

Un grupo con suficientes argumentos como para mantener, décadas después, el idilio con sus seguidores, que dificílmente encontrarán en una banda nueva la fuerza subversiva con la que los mallorquines agitaron su juventud. Con sus guitarras envolventes y su actitud do it yourself, Jaime Soriano y los suyos forjaron It’s Beautiful It’s Love, un álbum que cumple 20 años. Para celebrarlo, lo repasarán íntegramente, mañana, en el Mallorca Live Festival (Calvià), que espera recibir a un total de 24.000 asistentes.

■ 20 años después, ¿sigue identificándose con las letras de It’s Beautiful It’s Love?

Es difícil contestar, una buena parte me sigue pareciendo muy buena, pero también encuentro puntos flacos. Lo importante es que lo tocamos en directo y no cambiamos ni una coma.

El público coincide en que sus canciones son atemporales, ¿a qué se debe esa seducción intergeneracional?

Supongo que nuestras influencias atemporales han moldeado nuestra música, por otro lado nuestro objetivo siempre fue crear canciones que transmitan emociones. Lo que ocurre luego no está en nuestras manos.

■ ¿Cómo consigue un artista convertirse en un clásico persiguiendo siempre lo moderno?

Supongo que la calidad de tu obra es la que, con el tiempo, genera esa sensación.

■ Algunos artistas que protagonizaron los 90 se han embarcado en una reivindicación perpetua de aquella época, ¿cree que esta situación responde a una imposición del público o a que no tienen nada nuevo que aportar?

Vivir de la música es muy complicado y cuando lo consigues ‘cerrar el negocio’ es una decisión difícil. Supongo que eso hace que muchas bandas sigan activas aunque sean conscientes de su propio declive.

■ Un superviviente tan cualificado como usted, ¿cómo ve el panorama mallorquín actual?

Pues siempre evolucionando y muy activo, lo cual me alegra. Hay grandes músicos con propuestas muy variadas y me gustaría animar al público a descubrir lo que se hace en las islas y disfrutar de las actuaciones en directo, y no me refiero a grupos de versiones sino a artistas que crean sus propias obras.

Parece que Mallorca Live Festival ha tomado el relevo del desaparecido Solar Fest. ¿Por qué cuesta tanto fidelizar al público en la isla?

Imagino que hay muchos factores que no favorecen el éxito. La insularidad es complicada a nivel de gastos de producción, y atraer al público de la península es difícil porque el coste del billete, el hotel y la entrada es excesivo.

■ ¿Estamos en un momento bisagra, preludio de una nueva generación de músicos?

La música siempre evoluciona, pero parece que siempre hay que etiquetar y generacionar las cosas. Para mí no existe ese concepto y cuando escucho una canción no pienso en su contexto generacional o en su estilo musical en particular. Eso se lo dejo a los críticos y los que estudian esas cosas a nivel histórico o sociológico.

■ ¿En algún momento se sorprende mirando más hacia atrás que hacia adelante?

Celebraciones de este tipo te hacen mirar atrás cuando a lo mejor no entraba en tus planes, pero si lo hacemos es porque realmente lo disfrutamos. Si mirar atrás nos supone un mal trago no lo haríamos, por mucho dinero que nos pongan delante.

■ ¿Está descartado un nuevo disco de Sexy Sadie?

Si, nunca hemos sacado el tema entre nosotros porque sabemos que el libro está escrito y no vamos a hacer una segunda parte. Es más cómodo reunirnos para echar unas risas y tocar sin presiones ni perspectivas. Sólo celebrar lo felices que fuímos y lo orgullosos que estamos de nuestros seis discos.