El mago Jorge Blass muestra cómo sacar billetes de 20 euros de un papel en blanco. | Pere Bota

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Jorge Blass (Madrid, 1980) aterriza en el Auditòrium de Palma este fin de semana con su espectáculo Palabra de mago, que lleva más de un año triunfando no sólo en España, sino en otras partes del mundo.

Hace poco más de un año vino a Palma con este mismo espectáculo y ahora repite.
—Sí, está funcionando muy bien.De hecho, vengo de Los Ángeles, donde durante una semana he estado con Palabra de mago en el Magic Castle, que es la meca del mundo de la magia. Había estado hace unos años, pero con pequeños shows.

¿En qué momento se encuentra la magia de España a nivel internacional?
—He estado en Busan (Corea del Sur), en el Congreso Mundial de Magia, que se celebra cada tres años, donde se ha demostrado que la magia española está en lo más alto del mundo. Yo presenté una gala, (Juan) Tamariz impartió unas conferencias, y ocho magos españoles han ganado otros tantos premios, entre ellos el Gran Premio Mundial de Magia, que lo ha logrado Miguel Muñoz. Fue increíble.

Será que a los españoles se nos da bien hacer trucos.
—(Risas). Bueno, digamos que nos sale el pícaro que llevamos dentro.

¿Cuándo ha hecho el último truco fuera del escenario?
—Hoy mismo (por este jueves), en el Aeropuerto de Madrid antes de venir a Palma. Una persona me ha reconocido y le he hecho un truco. Sorprender va innato en el mago y en mi caso se fusionan la persona y el mago.

¿Suele ir a ver los espectáculos de otros compañeros, como el del Mago Pop?
—Sí, lo vi alguna vez, pero no es de mis favoritos. El miércoles estuve viendo a Jandro, que me gusta más.

¿Qué opina de la utilización de ‘ganchos’ en los espectáculos?
—No son necesarios. Es más, lo critico y lo persigo. La magia debe tratar de ser ingeniosa, no trucos de cámara. Es una mentira. Es como cantar en playback.

¿Tienen copyright los números?
—No es necesario registrarlos. Cuando uno inventa un truco puede defender que es suyo, pero no hace falta firmarlo como un cuadro. Sin embargo, ocurre que algunos compañeros con muy poca ética cambian un par de detalles de un truco de otro compañero y se lo apropia.

Le ha hecho un truco hasta a la reina Letizia.
—Sí, fue durante la recepción a la Fundación Abracadabra, de la que soy patrono. Tuvo una actitud muy curiosa, me tocaba las manos y estaba como muy escéptica, aunque acabó creyendo en la magia.

En este espectáculo teletransporta a una persona desde las redes sociales.
—Sí, es un truco que le ha sorprendido mucho a David Copperfield, con el que estuve en Las Vegas trabajando en proyectos comunes. Además tuve la oportunidad de visitar su museo de la magia, que por el momento es privado, y donde tiene los objetos de los mejores magos de la historia, Houdini, Harry Kellar, Howard Thurston...Es una maravilla.

¿Cómo está Copperfield?
—En plena forma a sus 63 años y haciendo dos espectáculos al día en Las Vegas.

¿Tiene algún truco soñado que aún no haya podido realizar?
—Ahora estoy creando un nuevo show y una de las ideas es hacerme invisible. Dentro de unos meses creo que saldrá. Lo malo es qué truco haré cuando sea invisible.

Bueno, hacerse invisible es ya de por sí un gran truco.
—Pues también es verdad.

Por curiosidad, ¿en cuánto tiene aseguradas las manos?
—Pues no las tengo aseguradas, pero creo que debería hacerlo. De hecho, en diciembre estaba en Vigo con este espectáculo y cruzando por un paso de peatones un conductor ebrio me atropelló y al caer me fracturé el cúbito y el radio del brazo derecho. No podía mover las manos y me asusté. Vi el futuro un poco negro. Hay que tener en cuenta que tengo una productora de la que depende bastante gente, por lo que lo que me pase afecta a otros.

Hace un año me decía que su hijo Máximo era quien le hacía magia a usted por la rapidez con la que desaparecían los objetos a su alrededor. ¿Cómo evoluciona?
—(Risas) Ja,ja. Ahora está loco con el fútbol y gracias a eso también estoy haciendo magia con el fútbol. En el último partido de la pasada Liga, estuve en el Wanda Metropolitano y teletransporté a una familia de un lugar a otro en el descanso del partido ante más de 67.000 personas.

¿Le gusta el fútbol?
—No soy un gran aficionado. Mi hijo es seguidor acérrimo del Atlético de Madrid y a mí me cae mucho mejor que el Real Madrid o el FC Barcelona.