En declaraciones a los medios con motivo de su presencia en la isla para recoger el citado galardón, dentro del marco de las Conversaciones Literarias de Formentor que este año llegan a su XI edición, el autor ha reconocido ver el problema de Europa «de una forma personal». «Para mí no es una broma, se trata de una cuestión de vida o muerte, incluso antes de considerarme rumano me considero europeo», ha enfatizado.
«Europa es mi verdadera patria y por lo tanto soy una persona que está sufriendo terriblemente por lo que está pasando hoy en día. He tenido siempre el sueño de una Europa federal en la que se fundieran las fronteras, en la que la unidad fuera más importante que las diferencias y que los ciudadanos de este continente vivieran en una sola patria. Por desgracia, las cosas están sucediendo el revés hoy en día. Existe una fuerte tendencia centrífuga alimentada por la fuerza maligna de los nacionalismos», ha asegurado.
En este punto, ha considerado una «desgracia» que su país esté «en esta corriente negativa porque en lugar de aliarse con la Europa civilizada ha preferido sumarse a los estados nacionalistas». «Rumanía se está situando claramente de parte de Hungría, Polonia, países que están mostrando claramente su intención de alejarse de Europa y este es uno de mis grandes sufrimientos de este momento», ha confesado el autor.
Preguntado por otras cuestiones de actualidad, como el hecho de que, por primera vez desde 1949, este año no se ha ya hecho entrega del Premio Nobel de Literatura por el escándalo de acoso y abusos sexuales en el entorno de la Academia, así como diversas irregularidades en el entorno de la institución, Cartarescu ha defendido que «el Premio Nobel de Literatura debe continuar» y ha indicado que «el escándalo al que se ve arrastrado la Academia Sueca no afecta solo a la Academia sino a todo el mundo literario universal» por lo que se ha mostrado confiado en «recuperar la normalidad».
Precisamente, sobre el reconocimiento de los literatos y el mundo de los premios, el escritor -autor de más de 30 libros traducidos a una veintena de idiomas-- ha confesado: «Me preocupa mucho más escribir una frase que me guste que recibir cualquier premio de este mundo». A su juicio, «nadie debería llamarse a sí mismo escritor así como no te puedes llamar a tí mismo filósofo o profeta; son los demás los que deberían llamarte escritor si están convencidos de tu escritura».
«Yo me defino como un hombre que escribe o como un hombre que se escribe. Me interesa sentirme asombrado cada vez que escribo una página nueva, si no consigo sorprenderme a mí mismo con algo nuevo, rechazo esa página», ha confesado, al tiempo que ha reconocido: «si un lector quiere ver en mis libros un libro de culto estoy muy agradecido, pero yo no escribo con esa intención».
«Soy mejor lector que escritor»
Cartarescu también ha afirmado «ser uno de esos autores que depende completamente de la inspiración». «Si no me siento inspirado no escribo, me ha sucedido que pasen 2-3 años sin escribir ni una sola letra pero en el momento en que me siento inspirado dejo mi mente completamente libre porque sé que tiene mucho más talento y es más sabia que yo así que procuro intervenir lo menos posible en el flujo de mi pensamiento y limitarme a seguir a mi propia mente», ha relatado.
Para el autor, el proceso creativo asemeja a «una carera de caballos» en la que procura ser «lo menos agresivo posible y dejar que el caballo corra libremente sin espolearlo porque no es el jockey sino el caballo el que va a ganar la carrera».
Además, se ha calificado a sí mismo como «un lector muy especial», capaz de leer «todo» lo que cae ante sin ojos aunque «apenas es un 25% literatura». «Leo libros de ciencia, historia de las matemáticas, grandes místicos, libros que digan algo sobre el mundo en el que vivimos... A veces me miro incuso viendo las etiquetas de los productos. Soy un lector omnívoro y debo decir que si no me valoro mucho como escritor, sí me valoro plenamente como lector. Soy infinitamente mejor lector que escritor», ha subrayado.
Respecto al lema de las Conversaciones de este año ('Vírgenes, Diosas y Hechiceras. Drama y comedia del Femenino literario'), ha asegurado ser «un admirador de la literatura femenina» y de personajes como Antígona, y ha lamentado que las mujeres hayan sido ignoradas pues, como ha recordado, «las poetas antiguas eran tan modernas en aquella época como hoy en día».
«Conservar la mirada de un niño»
En cuanto al papel de los sueños en su literatura, ha reconocido que «últimamente» no sueña demasiado aunque ha sido un gran soñador, «una herencia» que cree, procede de su madre. «No he conocido a nadie que tenga unos sueños como mi madre, ha sido una campesina sin estudios pero todas las mañanas nos contaba a mí y a mi hermana uno de sus sueños e intentaba encontrar una explicación de una forma bastante ingenua y nosotros cada mañana esperábamos ese espectáculo».
Así, ha relatado que «sobre todo a partir de la adolescencia» empezó a tener sueños que le dejaron «sorprendido» y que ha explotado «al máximo», como se puede comprobar en 'Solenoide', libro en el que usa «entre 40 y 50 sueños resales».
«Me gusta mucho esta parte onírica mía pero siempre la combino con una parte realista», ha añadido. Asimismo, ha afirmado que «el secreto del artista es ser una persona que conserva la mirada de un niño». «Y esto quiere decir que hay artistas que no han escrito nada pero se pueden alegrar por la belleza del mundo», ha zanjado.
En cuanto al papel de Bucarest en su obra, en la que aparece como un personaje más, ha argumentado que el autor «es un manitas, como un niño que construye castillos con lo que tiene a mano» por lo que las ciudades de los escritores «son ciudades construidas por ellos», como la San Petersburgo de Dostoievski o el Buenos Aires de Borges.
«Lo mismo intenté yo, transformar esta ciudad modesta y banal en algo literario y puedo sentirme orgulloso porque he transformado Bucarest desde sus cimientos» a la que ha «donado las sombra saturnina» de su alma. «El ser humano no está hecho para vivir en ciudades de acero y cristal. El destino humano se refleja en las ruinas, en todo aquello que va a ser perecedero incluso sórdido y por eso he construido Bucarest de esa manera», ha enfatizado.
Sobre la publicación en España de 'Cegador', «su texto más importante», como ha reconocido, ha asegurado que ninguno de sus libros «tendría sentido si no estuvieran en torno a esa isla de lava». En cualquier caso, ha descartado definirse a sí mismo como autor postmoderno ya que es «completamente falso»."He aprendido muchas cosas de los autores postmodernos pero siento especial rechazo ante la filosofía de la nada y del hedonismo. Yo creo en valores humanos, sólidos y seguros», ha zanjado.
El autor recibirá la tarde de este viernes, a las 20.00 horas, el Premio Formentor de las Letras, que cuenta con el mecenazgo de las familias Barceló y Buadas, en un acto que tendrá lugar en el Hotel Formentor Royal
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Las personas inteligentes y con dos dedos de frente rechazan el nacionalismo.