Más que una canción y más que un himno, Barcelona es eterno y sobrevivirá a sus creadores e intérpretes como referente de un momento inolvidable que todavía perdura y que antes del 25 de julio de 1992 ya era mítico.
La admiración declarada que Mercury sentía por la soprano y la pasión de éste por la ópera permitió que ambos se conocieran a principios de los ochenta y que surgiera entre ellos un vínculo muy especial, tanto como para preparar un disco conjunto, que fue el origen de la ya eterna canción de «Barcelona».
Con ella Montserrat Caballé respondió a la petición que le había hecho el alcalde de Barcelona entonces, Pasqual Maragall, para crear una composición que animase a los jóvenes a acudir a los juegos. La acogida de Maragall fue entusiasta, igual que cuando se trasladó la idea al Comité Olímpico Español (COE).
Montserrat Caballé y Freddie Mercury grabaron su creación, un disco que vendió un millón de copias, y compartieron escenario para demostrar que las diferencias no impiden unir estilos y voces distintas, ni siquiera cuando ambos conocían ya la gravedad de la enfermedad del cantante.
La muerte del británico en noviembre de 1991 impidió que Caballé y Mercury cantaran juntos en el estadio Montjuic en la inauguración de los Juegos Olímpicos, pero Barcelona llegó a todos los rincones del planeta, es santo y seña del olimpismo y se mantiene como fuente de inspiración para artistas y deportistas.
Hace cinco años, el tema volvió a sonar con una emotividad enorme en su propia ciudad en las pruebas de sincronizada de los Mundiales de natación. Ona Carbonell eligió el tema para su solo y su ejecución la llevó al podio a recoger un bronce en el que Montserrat Caballé tuvo mucho que ver.
La soprano, que también tuvo una participación destacada en la apertura de los Juegos Paralímpicos de su ciudad en 1992, acompañó a la nadadora antes de aquella competición.
«Me ayudó a saber qué tenía que pensar y qué tenía que sentir cuando nadaba para expresar justamente lo que el tema pedía. Fue muy chulo compartir esos momentos con ella. Sabía que me podía aportar algo muy personal», recordaba Carbonell en un libro conmemorativo de los 25 años de Barcelona escrito por periodistas de EFE.
El año anterior, en 2012, el disco «Barcelona» se reeditó en una versión orquestada tal y como deseaba Freddie Mercury y Caballé admitía que todavía se emocionaba al escuchar la canción y al recordar a su amigo.
«Él siempre lo quiso hacer con orquesta pero no pudo ser porque no tuvimos tiempo. Pero, sin duda, si es que está en algún sitio, será feliz de ver que su sueño se ha logrado». Probablemente el de ella, cada vez que suene «Barcelona», también.
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