Canas en el pelo, arrugas en el rostro y grietas en el corazón. Mikel Erentxun se nos ha hecho mayor, pero sus canciones perduran incrustadas en la memoria de varias generaciones. Junto a Diego Vasallo y Juan Ramón Viles fundó Duncan Dhu, un proyecto en stand-by que agitó el pop español con temas que hoy soy clásicos incontestables. Temas que resisten los achaques del tiempo, frescos e inocentes, como entonces, en los que el dúo donostiarra ponía en solfa su facilidad para acompañar melodías pegadizas con una lírica desbordada por el romanticismo novelesco de Walter Scott y Robert Louis Stevenson, creador del personaje Duncan Dhu, el cabecilla de un clan escocés de quien el grupo tomó prestado su nombre.
Ya en solitario, Erentxun suma más de una docena de trabajos entre recopilatorios, colaboraciones, ediciones especiales y material inédito, un bagaje iniciado en 1992 de la mano del exquisito Naufragios. Un álbum superventas, más maduro, donde el artista no perdía un ápice de la frescura que caracterizó su periplo en Duncan Dhu. Este álbum contaba con un dignísimo cover del clásico de los Smiths There is a light that never goes out (Esta luz nunca se apagará).
Adelanto
Cicatrices es el título de la canción elegida como adelanto de su nuevo trabajo El hombre sin sombra. El tema, que cuenta con la colaboración de Maika Makovski, resume perfectamente los gustos musicales -más folk y menos pop- que mueven actualmente al artista. Este tema se adhiere a un disco que es, más bien, es un tratado sobre las relaciones de larga duración, como la suya.
Comienza con un mensaje demoledor: El principio del final, el tema más duro. Al que siguen otros, colocados estrategicamente, que van endulzando su contenido. El resto del álbum atraviesa claroscuros pero tiene un final feliz. Y es que, en palabras de Erentxun: «Aunque el desamor sea duro, es mejor sentir eso que no sentir nada».
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