Luis Albert Segura, en una imagen promocional de ‘Amenaza tormenta’.

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L.A., una de las bandas más importantes de la escena musical nacional que ha dado la última década y liderada por el carismático Luis Albert Segura, se despidió el pasado diciembre de sus fans en la sala Es Gremi de Palma por una separación indefinida. Un mes más tarde, el músico y compositor sorprendió con el lanzamiento de su primer sencillo en solitario, El cielo se rompe, causando sensación entre sus fans. Sobre todo, porque en este nuevo camino cambia de idioma, apartando el inglés por el castellano, algo que «me ha permitido expresarme completamente y sin ningún tipo de filtro», confiesa.

Y si la semana pasada sorprendió con un segundo single, Escrito en la pared, el próximo 5 de abril se publicará su debut, Amenaza tormenta, que presentará con una gira nacional, Tormenta Tour, que arrancará el 17 de mayo en ‘casa' y, de nuevo, en Es Gremi.

■ En diciembre cerraba una etapa y, un mes después, publicó su primer single en solitario, ‘El cielo se rompe'. ¿Cuándo sintió la necesidad de expresarse como Luis Albert Segura?

Fue en abril o mayo del año pasado. Tengo una especie de temporizador mental y cada dos años mi cabeza ya piensa en un próximo disco, y en ese caso era de L.A. Me senté, pensé un poco para ver qué podía hacer, qué me pedía el cuerpo. Entonces, me di cuenta de que con King of Beasts (último álbum de L.A., de 2017) había cerrado un círculo. Lo grabamos en el mismo estudio donde registramos Heavenly Hell (2009), que nos dio la llave para abrirnos al mercado nacional. Fue el disco que marcó un antes y un después. Además, cumplí 40 años. Vi una serie de círculos que se cerraban y me dije: ‘Tal vez sea el momento'. No sabía qué iba a pasar, solo que necesitaba un espacio. Me monté un estudio en casa con el productor Toni Noguera. Creé un espacio de creación, un lugar donde meterme y dar rienda suelta a mi cerebro.

■ Ahora compone en castellano. ¿Por qué este giro?

Cuando tuve claro lo que quería hacer, sabía que tenía que ser en castellano. Empecé con ello y cuajó. Me sentí súper liberado, fue un momento precioso, confortante, necesitaba expresarme sin filtros y todo fluyó. Fue una revelación y también una liberación. Con L.A. estaba muy cómodo, pero siempre queremos arriesgar porque, en el fondo, lo que nos mueve y aprieta las tuercas es el riesgo, sentir que te has colocado al borde del abismo. No sabes si te vas a caer o no.

Cuando uno está en una banda, ¿existen filtros?

Te los creas tú mismo, pero sí que los hay. Yo tuve la suerte de tener siempre libertad absoluta de movimiento, algo que siempre he exigido a mis managers o a mi discográfica de turno. Era en plan ‘okey chicos, yo canto en inglés, hago rock americano, me gusta pegarme el moco e irme a grabar a Estados Unidos, con tal productor...', y he tenido la suerte de poder permitírmelo. Con los filtros me refiero más al idioma, pasar por el filtro de la traducción y de transmitir sentimientos a través de las palabras. A veces, sentía que me quedaba a medio camino con el inglés, me faltaban expresiones que me permitieran abrirme en canal. De repente, he visto que puedo hacerlo y he sufrido lo más cercano a la escritura compulsiva.

¿Cómo reaccionaron sus fans y su gente más cercana a ‘El cielo se rompe'?

Fue un punto total de inflexión de una canción que llevaba meses acabada. La habían escuchado en mi casa, con mi familia y, de repente, la sueltas y boom, ancha es Castilla. Estás en el universo y la sensación fue de inmensidad. De repente, sueltas a un bicho y esperas a ver qué pasa. Estoy muy contento.

Los dos sencillos mantiene su esencia, pero suenan diferente. ¿Qué puede avanzar de ‘Amenaza tormenta'?

El disco tiene once canciones y estoy encantado. He encontrado un equilibrio entre la música que he escuchado toda mi vida con mi propia manera de expresarme. Mucha gente me dijo que escuchara música en castellano desde los 60 hasta la actualidad, pero yo seguí escuchando lo que siempre me ha gustado, Bowie, los Stones, los Beatles. Con esa mezcla he hecho algo nuevo, diferente. Me gusta porque no suena a Bowie, pero hay bajos muy McCartney, melodías muy Stones, por citar algunas influencias, pero hay muchas más.

■ L.A. cuenta con una base de fans muy amplia. ¿Cómo ha sido el feedback en esta nueva etapa?

He tenido muchos comentarios. Antes, a muchos fans les parecían muy guays tus canciones, pero muchos otros no las entendían. Vas a un concierto de Izal o Vetusta Morla y escuchas a mil personas cantando y, sobre todo, sintiendo. Es cursi, pero también obvio. Todo eso me ha hecho aprender cosas para emprender este nuevo camino.

Usted es un músico que ha vivido diferentes maneras de consumir música. Ahora, mandan las plataformas digitales.

He pasado un poco por todo, del vinilo al CD, que parecía que iba a ser para toda la vida. De repente, llegó el furor de internet y las plataformas, pero ahora veo otro cambio. Con el streaming el consumo es efímero y, además, asquerosamente rápido. Se ha perdido la esencia del medio como tal, el de la música grabada como yo me he criado.