Tanto Garcías como Travé comparten sentirse «muy emocionados ante esta grandísima oportunidad de compartir cartel con gente de tantísimo prestigio». Aparte del carácter profesional, Travé además asegura que este evento forma parte de sus primeros recuerdos musicales. «El primer concierto de piano al que asistí, fue allí en Valldemossa, e igual yo tenía unos diez años. Aún conservo algunos de los panfletos del Festival».
Tras varios meses de ensayos, Garcías y Travé han desarrollado un programa «por y para este concierto», centrado fundamentalmente en tres compositores; Bach, Chopin y Rachmaninov.
La segunda sonata de Chopin, arreglada para dos pianos, será de las pieza más especiales que sonarán durante la velada ya que, como adelanta Garcías, «casi nunca se interpreta por ser, en su original, una obra paradigmática del repertorio pianístico».
«Lo interesante del público que suele acudir es que es muy heterogéneo. Suele estar formado por un porcentaje de extranjeros, otro de turistas y luego mucha gente de la localidad, ya que es casi como una tradición».
Ambos músicos, con carrera en Alemania, algo que llegan a definir como «un sueño de la adolescencia», señalan la «sorprendente actividad que hay en Mallorca en lo que respecta a los circuitos de música clásica». Sin embargo, destacan el alto grado de compromiso que hay en el país germano, por parte del Estado y de las instituciones públicas, de cara a la música. «La sociedad además participa mucho más del mundo musical que aquí en España. La gente, no necesariamente cercana a este mundo, conoce y quiere consumir música clásica», afirma Garcías.
Si bien ninguno de los dos pianistas llega a la treintena, el público jóven sigue mostrándose reticente ante el estilo clásico. Garcías destaca que «hay que perderle el miedo al lenguaje musical. Para mí, una parte de la sociedad tiene que concienciarse de que esto ya no es una disciplina elitista sino que la clase media, al igual que consume series, cómics o teatro de vanguardia, también puede consumir obras musicales clásicas».
Por su parte, Travé apunta que existe «una mala comunicación con el público joven». «Si nosotros como intérpretes no solemos atraer a este público, en parte se debe a los formatos que seguimos presentándoles, donde innovamos muy poco», añade.
A la espera de conmover al público con su talento y trabajo, las jóvenes promesas de la música prepararán el escenario para el cierre del Festival, que finalizará con su ciclo de actuaciones el domingo 25 con el estadounidense Kevin Kenner.
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La generación mejor preparada (según se dice) en realidad tiene poco interés por la cultura y mucho menos por lo clásico. Les va más el rap, el reggaeton, la litrona y la marihuana. Menos mal que hay honrosas excepciones.
Kids wanna Rock !!!