Fuseya, a causa de su delicado estado de salud, en el último año apenas salió de su casa.
Al morir tenía 92 años. Le acompañó en el último tramo de su vida Sebastián Carbonell, que será quien se encargue de que el jueves incineren su cuerpo. «No quiso que se le hiciera ninguna ceremonia. Me pidió que me encargara de todo, incluida su incineración».
Con la desaparición de Fuseya, el mundo del arte pierde un importante apoyo, aunque su fundación seguirá acogiendo exposiciones de pintores y escultores.
Fuseya, nacido en Japón, fue actor. En su juventud se instaló en París, donde adquirió un teatro en el que preparaba funciones, que tras estrenarlas, se iba de gira con ellas a su país, donde su labor era muy reconocida.
Conoció Mallorca a raíz de un viaje de vacaciones que hizo, y como le gustó, tanto su gente como sus paisajes, repitió hasta que un buen día decidió quedarse a vivir definitivamente en la isla, hasta anteayer, que falleció.
Fuseya era una persona discreta que procuraba pasar desapercibida allá a donde fuera. Por decisión propia no se le harán ni velatorio ni funeral. Descanse en paz.
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Todo un SEÑOR. D.E.P.