Sandrone Dazieri presenta en el Febrer Negre ‘El Rey’, exponente del ‘spaguetti noir’.

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En el marco de Febrer Negre, Sandrone Dazieri llega a la Isla importando el spaguetti noir, una vuelta de tuerca del tradicional giallo italiano, que bebe del thriller contemporáneo y el estilo americano. De un estilo anfetamínico y plagado de golpes de efecto, presenta hoy a las 12.00 horas en Quars la última parte de su trilogía, El Rey (Alfaguara) donde Dante Torre y Colomba Caselli son una versión lisérgica de Sherlock y Watson plagada de dolencias mentales que navegan en los bajos fondos. Los trapos sucios de Italia son carne de presa de este escritor que se reconoce en el neurótico Torre.

¿En qué está trabajando ahora?

—Se trata una nueva serie ambientada en Milán, una ciudad que ha cambiado muchísimo tras la Expo de 2015. Milán tiene la imagen de la ciudad más importante de Italia, refinada y pujante económicamente. Pero un tercio de ese dinero proviene del narcotráfico tras haberse lavado en paraísos fiscales y bufetes. Es una ciudad muy rica donde hay muy mala vida.

Con ‘El Rey' finaliza usted la trilogía de Torre y Caselli.

—Cada uno de los libros es una historia que se cierra pero hay un hilo conductor. Dante es un protagonista poco común, donde he expuesto toda mi parte negativa pero también hace gala de ingenio, es atractivo y es inteligentísimo. Colomba, en cambio, es muy dura, una policía con rabia que busca un nuevo motivo para seguir trabajando. Dante fue raptado durante diez años y observa el mundo con los ojos de un entomólogo. No entiende al otro, no está acostumbrado a vivir con otras personas.

Habla sin tapujos de sus citas con el psicólogo desde los cinco años. ¿Ser ‘normal' le impediría escribir?

—Los cincuenta años que he ido al psicólogo y al psiquiatra los he usado en mis novelas. Todos tenemos un lado oscuro y es importante reconocerlo dentro de nosotros. No soy violento. De hecho, soy vegetariano. Pero si no escribiese, estaría muerto o en prisión. Los libros me han salvado la vida. Y la normalidad está sobrevalorada.

¿En qué se diferencia el ‘spaguetti noir' del ‘giallo' italiano?

—El giallo clásico es más tranquilizador. Tras el asesinato, todo va bien pero no sirve para contar el presente. En mis libros atrapan al asesino, al serial killler o al terrorista pero el mundo sigue siendo una mierda. En ellos el problema es el poder. No hay poder bueno.

¿Alude a la política italiana?

—Hasta hace veinte años la política podía cambiar el mundo. Ahora no. El mundo está dominado por la economía. Los únicos que lo pueden cambiar todo son los niños y de la única manera que se puede llevar a cabo es con la ecología. Las grandes corporaciones como Apple o Facebook deciden las guerras. Sin Facebook ni Cambridge Analytica, Gran Bretaña seguiría en la Unión Europea. El poder ha cambiado, pero no a mejor.

Discute el poder establecido.

—Soy un rompecojones. La nueva Milán está corrupta por la mafia. Un autor, sea de giallo, novela negra o blanca, debe contar lo que ve, lo que piensa, no lo que quiere el público o el poder.

Admira a Stephen King y sus novelas, como el noir, se consideraron de calidad inferior.

—Stephen King es un genio absoluto al construir personajes. Y el lector se reconoce en ellos porque no son buenos.

A la crítica le daría urticaria...

—Siempre se ha considerado al giallo y al thiller de serie B y en realidad es lo que ha salvado al mercado literario. En los 90 solo se vendían libros americanos y literatura negra. La literatura académica se mira el ombligo: hablaban de familias burguesas, cocina, amor... Era inútil para hablar del presente. La técnica de la literatura americana se puede aprender, aunque sin talento...

¿Las series cambian la literatura?

—En la producción italiana la novela termina en televisión. Es un circuito. En general, las series han cambiado el modo de escribir. Se trata de una historia larga, una gran narración de 10 ó 20 horas, con un fuerte carácter.