José María Gironella, el escritor de más éxito en la posguerra gracias a La sombra del ciprés es alargada (1948), que pasaba temporadas en Palma, lo invita a que venga a Mallorca en 1955, pero Delibes le dice que se va a Sudamérica. Cela le escribía desde Palma al escritor pucelano, y en una misiva (1959) le dice que su nombre (el de Cela) se borro de la Asociación de la Prensa y que durante tres años se le prohibió escribir en los periódico, «como no soy masoquista prefiero seguir ‘enclaustrado' en las páginas de mis Papeles de Son Armadans». Tiene gracia el tema, porque Cela pasó a la memoria histórica como «censor de revistas de monjas» cuando en realidad fue el gran censurado.
Cela y Delibes eran ya entonces dos viejos amigos que compartían libros en la editorial Destino de Vergés y relaciones chuscas con el editor Lara. El autor de Los santos inocentes, ciertamente huraño, como Camilo José Cela y casi todos los escritores de posguerra, siempre estaba muy pendiente de ir cobrando sus colaboraciones. Cela le pide un cuento y le indica que no paga por colaborar en Papeles de Son Armadans, pero que le regalará unas lujosas separatas; sí consigue para Delibes una colaboración en una revista de Estados Unidos por 25 dólares.
Carta de Cela a Delibes, 1959: el Nobel estaba muy vigilado por la censura.
Francesc de Borja Moll escribe a Miguel Delibes.
Por lo menos media docena de cartas le escribió el autor de Mort de dama a Delibes. En 1964, Villalonga le escribe una carta con membrete del Círculo Mallorquín y le manda un ejemplar de Bearn, concretamente la excelsa edición que le hizo Pere A. Serra en su editorial Atlante. La misma llevaba un prólogo de Cela que indignó, como es archisabido, a nuestro novelista, quien de hecho le señala a Delibes que «pido, no obstante, clemencia por las tonterías de Cela».
Son Vida
Villalonga le comenta que estará en junio (1964) en Son Quint y en agosto en Binissalem. Le ofrece su casa de Son Quint, en pleno bosque, cerca del hotel Son Vida; eso sí, le comenta que se consiga un coche y que le acompañará en alguna excursión, aunque tiene que estar pendiente de la recogida de almendras en Binissalem.
En una de las cartas, el autor de Bearn elogia a Franco. Villalonga, y su mujer María Teresa, debieron conocer a los Delibes el verano de 1963 y volvieron a coincidir en el estío de 1964. La relación entre estos grandes narradores fue muy cordial y en sus epístolas, pese a la parquedad de ambos, se nota una admiración mutua.
3 comentarios
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Dos notas que me han comentado. Lo de La hurañez de Delibes es una opinión, en el sentido de la integridad que siempre tuvo Delibes (aunque Soler Serrano aclara este asunto en la entrevista que le hizo al pucelano). Por otra parte el gran escritor castellano tenía, creo, una hermana que era enfermera y vivía en Mallorca. Y en una de sus novelas aparece la Isla. Lo de viejo amigo que le comenta Cela a Delibes es una apreciación de Cela en una de sus cartas, no quiere decir que fueran viejos amigos, lenguaje epistolar de cortesía. Y para remachar un poco: Los cipreses creen en Dios, la legendaria novela de Gironella a no confundir con La sombra del ciprés es alargada, primera novela de Delibes, 1948. Recuerdo que cuando estudiaba en el Instituto Ramón Llull, mi profesor de inglés, Alberto Saoner, nos puso en un examen lo siguiente "traducir al inglés: la sombra del ciprés es alargada", creo que casi nadie aprobó. El hijo de Delibes, biólogo e ecologista, creo que era buen amigo J.Mayol
Así como Cela consiguió que Picasso o Miró colaborarán en Papeles de Son Armadans, no consiguió, creo, que colaborará Delibes, lo que sin duda fue una espina clavada para ntro Nobel. Si salió en Papeles una entrevista a Delibes que le hizo Isasi. El problema es que Cela no pagaba, salvo excepciones, a escritores sin dinero, las colaboraciones en la revista. Se lo comento varias veces a Delibes que finalmente, creo, no mando el cuento que le pedía don Camilo insistentemente....
Dos lapsus míos: estas cartas se encuentran en la Fundación Miguel Delibes que está en Valladolid. Y que me he equivocado al confundirme entrevdos cipreses, el de Delibes cuya sombra es alargada y el de Girinella vivís cipreses no creen en Dios, el libro más vendido durante el franquismo, más de dos millones de ejemplares en España y otros tres en el extranjero. Sobra añadir que las novelas que más puntillosamente describen la posguerra don La Colmena y esa profusión de datos entrelazados que es San Camilo 1936. Cuídense todos ustedes y haber si salimos presto de este trance virico. Mi gratitud a la Fundación Miguel Delibes por este material tan precioso. Que tengan un Buen Día.