Laura Gost y Jaume Carrió, con el móvil utilizado para la grabación del cortometraje.

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En blanco y negro, totalmente en francés, cámara en mano, o en este caso el teléfono móvil (un iPhone), transpirando un aroma de nouvelle vague con reminiscencias de Truffaut o Godard, y con la frustración en el ambiente del viaje que no fue pero manteniendo la esperanza del que puede ser. Así son las primeras imágenes de Aquells que haurien d’haver anat a París, un cortometraje producido en confinamineto por Jaume Carrió y Laura Gost, quienes son ganadores de un Goya por su cortometraje de animación Woody & Woody.

Cuenta Carrió que las primeras semanas de encierro «la situación no se prestaba para la creación»; en cambio, a Gost le despertó la vena productiva, «vi cómo estaba creando sin parar, así que decidimos aprovechar la centrifugadora creativa que es Laura», explica. El proyecto salió de manera natural ante la imposibilidad de un viaje a la capital francesa preparado para Semana Santa, por lo que el corto «transmite la sensación triste de no haber podido ir, pero va más allá, es la imposibilidad de salir sin hacerlo explícito».

Y es que si bien el pretexto es autobiográfico, se exploran otros terrenos, tanto en su contenido como su forma. «Los protagonistas ni siquiera son Jaume y Laura, sino ‘El Hombre’ y ‘La Mujer’ que deberían haber ido a París», comenta Carrió, quien añade: «Hemos sacado la parte poética de nuestra realidad».

Momento ideal

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Y es que a pesar del componente «fácilmente narcisista» del proyecto, lo cierto es que para la pareja ha sido «el momento ideal para que el corto vaya sobre nosotros y esté protagonizado por nosotros», ya que «estamos encerrados y no tenemos a nadie más con quien colaborar excepto nuestros gatos». Pero hay que reconocer que son buenos extras a juzgar por sus nombres: «Fellini y Coppola».

La experiencia es la «excusa para hacer algo que llevo años pensando que es viable: encontrar un nuevo lenguaje narrativo en la grabación con el móvil». El resultado es «un homenaje a la nouvelle vague francesa que buscaba romper con la manera de hacer cine establecida» y un reencuentro «con una gran sensación de libertad a la hora de filmar» que ha permitido al dúo sentirse «más cerca de la expresión artística». De ahí la elección del francés o el uso de la cámara del móvil como si de una pluma de escritor se tratase, «como diría André Bazin».

Una nueva forma de lenguaje audiovisual que no es tan nueva, ya que las cápsulas en forma de vídeo que hay en plataformas como Youtube llevan años siendo consumidas por los espectadores, quienes «aceptan con normalidad el cambio de paradigma» manifestando «un lenguaje que el cine puede explotar».

Carrió, satisfecho y sorprendido con «el ritmo vertiginoso», expresa que haber podido «pensar, rodar y posproducir el corto en menos de una semana es algo que te hace pensar en un cambio al menos durante una época». Al fin y al cabo, «llevamos una máquina de cine en potencia en el bolsillo», advierte.