Imagen de uno de los números del Circo del Sol.

TW
0

Son malos tiempos los que corren para el Cirque du Soleil (Circo del Sol), una de las más importantes compañías del mundo del espectáculo a nivel global y que ayer se declaró en quiebra tras la crisis producida por la cancelación de sus espectáculos debido a la pandemia producida por la COVID-19. Si bien la empresa, originaria de Canadá, ya pasaba por problemas financieros, la situación actual los ha agravado. Ahora, la institución que debía recalar en Palma en agosto de 2021 se ve forzada a despedir a 3.840 personas a las que espera recuperar tras una reestructuración cuando la economía mejore.

Daniel Lamarre, el presidente del Cirque du Soleil, explicó que «ha actuado de forma decisiva para proteger el futuro de la compañía» y ha confiado en que «podrán volver a contratar a una sustancial mayoría de los trabajadores».

La compañía, además, debía recalar este mismo agosto en la Isla con el espectáculo Corteo, pero hace poco fue reprogramado para el verano del año próximo debido a la pandemia y que ahora queda en una nebulosa de inseguridad como los contratos de miles de personas, entre las cuales se halla el exgimnasta mallorquín Fabián González, quien trabaja para ellos con el montaje Alegría desde el año pasado tras quedar prendado del montaje la primera vez que lo vio. Confiesa que no se «lo esperaba, de hecho, yo me esperaba todo lo contrario porque la empresa actuó muy rápido», aunque se muestra comprensivo: «Obviamente no te gusta no ganar dinero, pero es peor no ganarlo y además tener pérdidas».

Deuda

Y de pérdidas, por desgracia, algo saben en Montreal, donde fue fundado el circo, que en marzo despidió a 4.680 personas, un 95 % del total de su personal, debido a la cancelación de sus espectáculos que sumaban 44 repartidos por todo el mundo. A ello se le sumaba una deuda de 900 millones de dólares fruto del acuerdo de 2015 valorado en 1.500 millones de dólares por el que el fondo de inversiones estadounidense TPG se hizo con una participación mayoritaria de la compañía. El futuro del Cirque du Soleil, pues, está en el aire, como acostumbran a estar muchos de sus acróbatas, solo que la red de seguridad ahora parece más fina y alejada.