Y seguramente no está siendo tan fácil como lo fue en febrero, cuando el rodaje se inició antes de que el confinamiento lo paralizara durante meses. Ahora, las terrazas vibraban el día de ayer con turistas y residentes, las colas para comprar las famosas cocas de patata volvían a ser tan largas como nos tienen acostumbrados y los transeúntes disfrutaban de una magnífica y calurosa mañana veraniega a la sombra de la Cartoixa, que ayer fue el centro de operaciones de la producción.
Sin tregua
Unas operaciones que no dan tregua para recuperar el tiempo robado por la pandemia y lo saben todos que se mueven al unísono con precisión relojera a través de una coordinación total. Apenas ruedan una escena y los técnicos de sonido ya corren para el ensayo de la siguiente: «va, va, sin parar», se decían el uno al otro a modo de ánimos.
Ni el virus ni el calor pudieron evitar que la gente se acercara ante todo el movimiento que se adueñó de la localidad. Algo que hasta fue aprovechado por los responsables de La caza que movían a los grupos de visitantes de aquí para allá para que no salieran en el plano, mientras que a otros, en cambio, se les pedía que se quedaran justo donde estaban por la cuestión creativa que fuera. Hasta un intrépido felino con ansias de protagonismo se coló en medio de uno de los ensayos pasando entre las piernas de las actrices como si se preguntara por qué había tanta gente ahora en una plaza que, por derecho, le pertenecía a él, y extrañado siguió su camino fuera del set ante la mirada de todos.
Contraste
Un ambiente animado que contrasta con las interminables semanas de quietud que durante el confinamiento cayeron sobre la Isla y que provocaron la interrupción del rodaje. De las calles silenciosas de marzo a las carreras de Alain Hernández y Megan Montaner entre los callejones del pueblo para conseguir la secuencia perfecta y ataviados con ropa invernal para no romper la continuidad entre escenas, y que bien les hacía sudar la gota gorda. Pero todo sea por el arte y el amor a las series bien hechas.
Tras horas de rodaje, por fin un pequeño descanso. Los intérpretes buscan una sombra en la que refugiarse del calor de justicia que sigue cayendo en la Serra. Mientras, los turistas, que siguen llegando como en oleadas, se sorprenden tanto como los primeros al ver los alargados micrófonos sobresaliendo por encima de las cabezas de las decenas de trabajadores. Y, en un descuido, el mismo gato de antes reaparece, para tumbarse panza arriba sobre la fuente de la plaza, reclamando su lugar pero sin que le hagan mucho caso. Al fin y al cabo, todavía queda mucho por rodar y el tiempo, más que nunca, apremia.
Test quincenales y toma de temperatura diaria, los protocolos postcoronavirus
Actores y resto de trabajadores que participan en La caza deben tomarse la temperatura al llegar al rodaje además de realizarse una prueba de coronavirus cada quince días.
A estas medidas se suman el uso obligatorio y continuado de mascarillas y el respeto de la distancia de seguridad, además de varios protocolos en maquillaje y vestuario. De esta manera se garantiza la salud de todos los trabajadores y demuestran que los rodajes en la era postcoronavirus son posibles.
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