Lleva bailando desde los tres años y asegura que «nunca me he cuestionado qué debía hacer con mi vida o qué estudiar, la danza me eligió y me llevó primero a Suiza, a la escuela de Maurice Bejart, y después a la Compañía Nacional de Danza». Allí ingresó con veinte años para ponerse a las órdenes de Nacho Duato, trece años después sigue al pie del cañón, ahora con Joaquín de Luz, con quien está preparando una pieza en torno a la música de Crisóstomo Arriaga, el denominado ‘Mozart español'.
La tierra
Pese a llevar media vida fuera de la Isla, Aguiló confiesa sentirse «muy ligada a mi tierra, al Mediterráneo y por supuesto a mi familia, un pilar fundamental y necesario para que me haya podido dedicar a la danza». Es más, asegura que su gestualidad natural «tiene mucho que ver con mis orígenes, el mar, sus ritmos y sus formas. Mallorca es mi inspiración», concede. Su experiencia junto a bailarines de todo el mundo, de los que «he aprendido a ser capaz de bailar diferentes tipos de lenguajes», la ha llevado a tomar nuevas responsabilidades: «Desde hace más de un año soy una de las directoras creativas, junto al coreógrafo Manuel Rodríguez, de ELAMOR, una empresa que produce y acompaña iniciativas culturales a materializar ideas basadas en la investigación de la danza, las artes vivas y la performance».
En la Compañía Nacional de Danza, además de seguir evolucionando como bailarina, ha podido seguir experimentando y «desarrollar una faceta más creativa. Actualmente estoy comenzando un nuevo camino artístico como coreógrafa que cada vez me ilusiona y me emociona más». Sostiene Aguiló que aún «me queda mucho recorrido y mucho que aprender, por el momento no me considero coreógrafa, sino una bailarina que coreografía pero que empieza a sentirse cada vez más cómoda y motivada para empezar esta nueva aventura».
Su siguiente proyecto gira en torno a la música del compositor vasco Crisóstomo Arriaga. «Se trata de un trabajo a tres voces en el que aporto mi propio lenguaje coreográfico, siendo el eje central de la coreografía la repetición de una melodía, a modo de leitmotiv, en diversas formas, ritmos y tonalidades musicales. Esta será el vehículo para que el movimiento vaya adoptando diversos estilos, partiendo de un lenguaje clásico y neoclásico para llegar a un lenguaje de movimiento contemporáneo. Con esta coreografía queremos transmitir las emociones de volver a escuchar, vibrar y disfrutar de la música a través del movimiento», explica Aguiló. Este proyecto verá la luz el próximo 22 de julio en los Jardines del Generalife de la Alhambra, en Granada. Más tarde abrirá el telón del festival ‘Veranos de la Villa' de Madrid.
Equilibrio
En pleno confinamiento, el Museo del Prado acogió el montaje Equilibrio, una producción audiovisual en la que el baile llenó de vida y movimiento las obras y los espacios más emblemáticos de la pinacoteca madrileña, vacías de visitantes. Mar Aguiló dirigió esta coreografía, que fue interpretada por ocho bailarines de la CND, inspirándose «en la obra de Guido Reni en la que se representa a Hipómenes y Atalanta en medio de una carrera por el destino de ambos jóvenes. El color desempeñó un papel fundamental que permitía que los bailarines se fundieran entre las obras y destacaran sobre el mármol y las paredes del museo».
Próximamente, Mallorca recibirá a su hija pródiga para «impartir un curso intensivo a bailarines de las islas en el estudio de danza María Antonia Mas, donde me formé como bailarina. Deseo compartir mi experiencia y conocimiento», concluye.
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Como la Vnus de Boticelli, desnuda, arribando a la playa sobre una gran concha.