Una historia que nace de dos hechos, por un lado «una excursión que hizo mi hija mayor que pensaba que sería un aburrimiento y luego volvió encantada», y por otro, «la historia de un comerciante francés bien situado del siglo XII que en un momento dado decide dejar a su mujer e hijas en un convento e irse a evangelizar Europa».
Peripecia
Este segundo hecho fue lo que hizo que Amaya pensara: «Menuda peripecia para esas pobres niñas», concretamente para una de ellas, Auria. A partir de ahí unió esa historia medieval con una del siglo XXI para urdir «dos tramas paralelas que permiten ver que la vida no es todo color de rosa, como les enseñan ahora a los niños, sino que las cosas se pueden torcer y hay que enfrentarse a situaciones durísimas». En resumidas cuentas: «No todas las historias tienen final feliz».
En El laberinto de Auria, pues, la protagonista, una niña que vive en plena época medieval, se ve envuelta en una situación adversa en la que llega a la conclusión de que «el destino al que la han vendido no le gusta, así que se busca el suyo propio» y en ese periplo «es feliz en muchos momentos aun con bastantes dificultades», pero con la importancia capital de que son sus decisiones las que marcan su camino.
La propia autora confiesa que se aleja de lo políticamente correcto, pero no entendido como una forma de oposición, sino de «reivindicar los valores de siempre, como el honor o la amistad» en contraposición a actitudes moralistas.
Es el debut literario de Amaya, que explica que lleva «escribiendo toda la vida» y que llegó un momento en que se dijo: «O lo intento o me quedo con todo lo que tengo escrito en un cajón». Es una novela dirigida a un público juvenil, aunque «lo puede leer cualquiera». La mala suerte hizo que llegara durante el estado de alarma, pero gracias al boca a boca «está saliendo» y promete ser solo el inicio, ya que tiene «cuatro más escritas y son todas muy bonitas».
2 comentarios
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Maginífico el articulo de Ultima hora de Hoy, dedicado a Irene Montero, Ministra de Igualdad. Deja clarísimo, cuanto molesta a esta impresentable derecha española, que la gente de izquierdas deba tener vocación de pobre, Precisamente esta, nuestra derecha española , con tan escasa vocación democrática, como evidentes simpatías por una formación política que defiende el totalitarismo sin ambages.
Ya lo decían nuestros mayores: la tragedia es una obra donde los hechos empiezan bien pero acaban mal, mientras que la comedia empiezan mal pero acaban bien. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.