Un oasis rodeado de la naturaleza más mediterránea, a escasos metros de la orilla del mar. Un lugar donde se funden el arte, la creación y la reflexión; una parcela de paz y armonía en un tiempo convulso como el que nos ha tocado vivir con la pandemia del coronavirus. Si no fuera por las medidas de seguridad y protocolos sanitarios que uno se encuentra al llegar al Museu Sa Bassa Blanca, ubicado en Alcúdia, da la impresión de que allí el tiempo parece haberse allí detenido. Sus propietarios y artífices, el tándem formado por los artistas Ben Jakober (Viena, 1930) y Yannick Vu (Montfort-l'Amaury, Francia, 1942), acompañan a Ultima Hora en una visita por este espectacular espacio con motivo del 90 aniversario del artista austríaco. Para celebrar un aniversario tan especial, Jakober y Vu acaban de editar un nuevo libro: Life In Art, por Ben Jakober y Yannick Vu, una biografía.
«Nunca pensé que iba a cumplir 90 años en mitad de una pandemia, es algo que no imaginé que podría ocurrir, pero hay que aceptarlo sin miedo», confiesa Ben Jakober desde una de las terrazas la base principal de Sa Bassa Blanca, el Edificio Hassan Fathy, una impresionante construcción, repleta de obras de arte y vegetación. «Lo que está pasando hay que saberlo llevar y vivirlo de la mejor manera posible», sostiene el creador. Precisamente, es en el Hassan Fathy donde comenzó esta aventura de Ben Jakober y Yannick Vu.
Fue precisamente Yannick quien la pisó por primera vez en los años 60, de la mano del otro genio, Domenico Gnoli (Roma, 1933 - Nueva York, 1970), su compañero entonces. «Domenico era el mejor amigo de Ben, y cuando vimos esto nos encantó, primero por la belleza del lugar, pero sobre todo y también por la simpatía de los mallorquines y la acogida maravillosa que tuvimos en Deià, esa pequeña colonia de artistas» con Robert Graves o Mati Klarwein como algunos de sus protagonistas.
Entonces, ambos tomaron la decisión de «mudarnos aquí, inspirados por la arquitectura y la aventura que ya tuvimos en s'Estaca con Domenico». Ese edificio blanco y mediterráneo supuesto el inicio de un «sueño al que pudimos dar forma» junto al mar, «una inspiración un poco mediterránea y oriental».
Estancias
Vu y Jakober nos conducen por todas y cada una de las estancias del Edificio Hassan Fathy. Todo lo que allí se exhibe está meticulosamente estudiado y actualmente se basa, sobre todo, en el diálogo entre «obras de arte no europeo y arte africano», un movimiento, éste último, que «nos interesa muchísimo, cada vez más», apunta Jakober. Por motivos de salud, el matrimonio pasa seis meses del año en Marrakech y desde allí se dedican a comprar piezas de arte africano.
Todo lo que se muestra en este edificio, que fue su residencia durante muchas décadas, tuvo sus inicios en el año 1994, «cuando creamos la Fundación Sa Bassa Blanca para preparar el porvenir y el futuro» de todo este patrimonio. Primero, prosigue Jakober, «abrimos la sala Nins» en un antiguo aljibe que atesora una de las colecciones más originales de Europa. La mayoría de los cuadros representan a personajes de la realeza o la nobleza durante su infancia, aunque también existen algunos miembros de la burguesía o de pequeñas cortes provinciales del Viejo Continente. Luego llegó Sokrates, un espacio subterráneo cuya temática gira entorno de la instalación inspirada por la fórmula de Einstein que define la relación entre tiempo y espacio, y finalmente el gigantesco parque de esculturas. Un conjunto que se puede visitar «en dos horas».
Vida y arte
La vida de Ben Jakober y Yannick Vu va íntimamente ligada al arte, «no hay otra manera», coinciden. «Nosotros no salimos, no vamos a cenas ni a bailes, no hacemos deporte ni tenemos otro pasatiempo, nuestra vida está centrada en cuidar lo que tenemos aquí, donde pasamos seis meses, pero estamos siempre en contacto directo con todo lo que está pasando aquí», narra Jakober.
Ambos artistas forman un combo perfecto, pero cada uno de ellos tiene también su propia visión del mundo y el arte. «Nos quejamos a veces, como todos los matrimonios, tenemos opiniones diferentes, pero cuando juntamos esas dos visiones conseguimos llegar a un acuerdo; el tiempo decide si aquella idea se retira o se refuerza, el tiempo es el gran juez».
Conscientes, precisamente, del paso del tiempo, «tenemos un patronato dedicado, personas que están preparadas para tomar las riendas de Sa Bassa Blanca cuando nosotros nos vayamos a otro lugar, uno que no sé si será mejor o peor, no lo sé», concluye Jakober.
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Todos los residentes y visitantes deberían hacer la experiencia cultural y estética de Sa Bassa Blanca, por lo menos una vez en la vida.