Ni la lluvia, ni el viento, ni el frío que contradicen a la inminente llegada de la primavera pudieron hacer frente a las ganas de un acto cultural 'normal'. | Teresa Ayuga

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No comenzó bien el día con el cielo gris y el pavimento húmedo. Entre el pronóstico meteorológico, las restricciones sanitarias y el año de pandemia que ya llevamos encima, parecía que el Art Palma Brunch, que el año pasado ya no pudo celebrarse por la COVID, iba a ser un ejemplo más de lo que suele describirse como 'llover sobre mojado'. Pero no fue así. Ni la lluvia, ni el viento, ni el frío que contradicen a la inminente llegada de la primavera pudieron hacer frente a las ganas de un acto cultural 'normal'. De esta forma el Art Palma Brunch celebró este sábado su primera edición en tiempos pandémicos y lo hizo con un «éxito rotundo» de público.

Y es que en la mañana del sábado la ciudad de Palma parecía algo vacía. El tiempo tenía algo que ver, pero el otro motivo fueron las distintas galerías del centro que rebosaban de arte y de personas. Eso sí, de manera gradual. «Como en oleadas», decían algunos.

Así pues, la Galería Pelaires y su amplio espacio acogieron con tranquilidad a los visitantes que se acercaban a descubrir las propuestas de Frank Nitsche y Oliver Osborne. Piezas reflexivas que agradecieron la llegada a cuentagotas de espectadores. No obstante, esta primera parada podría dar la impresión de poca afluencia, cuando en realidad era dosificación.

Bastaba con acercarse a Sant Jaume para ver las colas que, bajo las intermitentes gotas, aguardaban su turno para disfrutar de las esculturas de Guiem Aulí en la Pep Llabrés con Taula Salvatge, donde el artista confesaba «no esperar que viniera casi nadie».

Varios visitantes disfrutan del arte de Tomàs Pizà en la Galería Xavier Fiol. Foto: T.Ayuga.

Muy cerca de ella, en la Xavier Fiol, la colorida propuesta de Tomàs Pizà con El robinsoner era disfrutada por otra fila de personas que esperaban en el exterior. «Hemos tenido que parar en un momento dado y pedir a la gente que saliera y dosificar la entrada», relataba el galerista quien no ocultaba su alegría ante «un éxito total de público», al que se dirigió de nuevo para atenderlo.

En la galería Vanrell, por su parte, se respiraba un ambiente algo más ceremonioso donde el arte escultórico de Pedro Txillida y Eduardo Chillida invitaba a los paseantes a refugiarse de la lluvia desde la ventana misma del lugar, para entrar en un clima calmado.

En Passeig Mallorca, por otro lado, el reciente espacio de Fran Reus, con una escalera descendente al mundo imaginado por Nauzet Mayor con formas humanas en contextos imposibles. Las mascarillas no disimulaban el asombro de los espectadores, quienes, a su vez, se contaban por decenas en las dos plantas del lugar.

Como último ejemplo de esta ruta, aunque no por ello la última galería abierta, en la espaciosa Horrach Moyà jugaban con la ventaja de sus amplias dos plantas. Allí, la gente pudo disfrutar de los existenciales vestidos de Alicia Framis y de la más relajada zona Girbent, uniendo de este modo arte con un clima distendido en el que alguna cerveza fue abierta para brindar por un Art Palma Brunch que la lluvia no fue capaz de aguar y logró superar todas las expectativas.