Joan Ollé, en una visita a Palma. | M. À. Cañellas

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El director teatral Joan Ollé niega haber mantenido ningún tipo de relación sentimental ni sexual con ninguna alumna ni alumno del Institut del Teatre de Barcelona, que lo ha apartado de la docencia tras haber recibido varias denuncias en este sentido, y afirma que se defenderá del «linchamiento» al que ha sido sometido.

En un comunicado que publica hoy «El Periódico», Ollé recuerda que lleva casi 40 años trabajando como profesor en el Institut del Teatre, «y ha sido muy doloroso para mí y para los míos leer las denuncias de alumnos y exalumnos hechas recientemente públicas por el diario 'Ara', a consecuencia de las cuales la ya dimitida dirección del IT decidió apartarme de la docencia e iniciar una investigación».

Revela que el pasado 26 de marzo fue citado a declarar por la Comisión para la Prevención del Acoso Sexual del Institut del Teatre en la sede de la Diputación de Barcelona, donde defendió «mi inocencia respecto a cualquier acusación de acoso sexual» y «manifestando que lo que se ha estado diciendo de mí estos días no es cierto».

Asevera que no había dado explicaciones públicas hasta ahora «porque entendía que era ante este órgano donde debía hablar en primer lugar», y que ahora quiere «dejar claro que sería totalmente incapaz de ensuciar intencionadamente» el teatro, la enseñanza de las artes escénicas y «a los alumnos, muchos de los cuales mostraron su preferencia por tenerme como profesor».

«He tenido que dejar, humillado y sin ningún respeto por mi presunción de inocencia, no solo tres proyectos teatrales ya en marcha, sino también otras actividades profesionales, siendo objeto de un escrutinio público implacable y sin derecho a réplica, que ha hecho mucho daño tanto a mí como a las personas que quiero, y me ha dejado en una situación en la que me es actualmente imposible ganarme la vida», asegura Joan Ollé.

Respecto a la relación con sus alumnos dice tener «la absoluta convicción de que nunca he cometido ningún comportamiento legalmente reprobable hacia ellos».
Pese a ello, indica que «si mi manera de enseñar y de comunicarme ha podido hacer daño, de manera no intencionada, a alguien, pido perdón tanto a los que me han denunciado como a los que no lo han hecho».

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Entiende no obstante que nunca ha faltado «deliberadamente al respeto a ninguna persona ni he pretendido obtener ninguna ventaja de mi posición docente».
Admite haber «confraternizado con los alumnos fuera de las horas de clase», usando con ellos «un lenguaje distendido, coloquial, irónico, libre y provocador propio de un marco de familiaridad y confianza sin que nadie, hasta ahora, me haya hecho saber que se sintió molesto, ofendido o maltratado por mis actos o palabras».

«Otra cosa, muy distinta, es que a algunos no les gustara mi carácter ni compartieran mi sentido del humor. Pero esto no es ningún delito, ni ninguna agresión a nadie», resalta Ollé en el comunicado.

«Nunca en casi 40 años de docencia en el Instituto, en el Collegi de Teatre, en la universidad y en otras escuelas de arte dramático he mantenido ningún tipo de relación sentimental ni sexual con ninguna alumna ni alumno, en ningún caso ni bajo ninguna circunstancia», subraya Ollé, que remacha: «Nunca he usado mi posición académica para asediar a nadie ni para sacar provecho de otra manera».

«Aunque mis alumnos han sido siempre mayores de edad y con capacidad de consentimiento, para mí esta ha sido una línea roja que nunca he pisado», añade Ollé, quien condena «cualquier tipo de abuso contra las mujeres, y, en particular, el abuso sexual, así como cualquier vejación o humillación a cualquier persona, sea cual sea su género, raza, ideología u orientación sexual. Sin matices».

Pese a ello, dice que si algunos de sus exalumnos consideran que «algunos aspectos de mi personalidad pedagógica no eran los más adecuados para su sensibilidad, y se sintieron heridos, estoy dispuesto a discutirlo, a valorarlo, a darles la razón si es necesario y volver a disculparme». «Pero también pido -agrega- que no se saquen las cosas de contexto ni las acusaciones se tergiversen o disfracen de algo que no son: tanto el abuso como el acoso son delitos, y yo no he cometido ninguno».

Pide que se le deje defender y probar su inocencia, y advierte de que, «si alguien me ha atribuido falsamente comportamientos delictivos, me defenderé de manera clara y contundente». «No pondré punto y final a este linchamiento sin dar todas las explicaciones que se me reclamen, pero tampoco sin denunciar a quien me haya difamado», concluye Joan Ollé