Los ciudadanos han acudido a las distintas paradas de libros. | Teresa Ayuga

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Una de las citas culturales más importantes del año ha llegado, el Día del Libro y, teniendo en cuenta que estamos en pandemia, este Sant Jordi ha sido de los más esperados por no decir el que más. Es un Sant Jordi diferente, por razones obvias, pero también porque es el Sant Jordi en el que las librerías tienen el mayor protagonismo. No hay estands institucionales ni de asociaciones, pero tampoco pasacalles, conciertos o actividades infantiles. La excepción es La Bibliomòbil y el concierto musicopoético de Vers Endins este viernes por la tarde en los jardines de La Misericòrdia.

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También ha habido alguna excepción más: las paradas de artesanía en la Plaça Major y el espacio compartido de Abacus con la Editorial Moll. La primera ha causado algún malestar al principio, según han comentado a este periódico algunos libreros, aunque «parece que está resuelto, pues se irán al mediodía y no volverán por la tarde y, además, han montado sus mesas respetando la distancia y evitando que haya aglomeraciones». En cuanto a la segunda, Moll difundió ayer una nota en la que recordaba que desde 1948 el sello ha estado presente en todos los Sant Jordis en la Plaça de Cort y que, a pesar de las restricciones fijadas por el Ajuntament de Palma no permitían desplegar las tradicionales paradetes, han llegado a un acuerdo con Abacus para poder ofrecer sus «novedades, clásicos y libros temáticos».

Con todo, los libreros asumen esta jornada con ilusión y con el carácter festivo que tanto caracteriza el Día del Libro. Además, el tiempo acompaña, el sol gana el pulso a las nubes y la temperatura es bien agradable. A pesar de que no hay aglomeraciones, sí hay «bastante gente, sobre todo teniendo en cuenta que estamos en pandemia», coinciden libreros y lectores que se pasean por Ciutat. Y es que había muchas ganas de fiesta y de Cultura.