El trío del músico Llorenç Barceló (centro) inauguró el Festival de Jazz de Alaró. | F.P.

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Hace mucho, mucho tiempo que no teníamos la oportunidad de presenciar una velada jazzística en la localidad de Alaró. Tanto como 37 años; en aquel entonces con un concierto del añorado pianista Tete Montoliu en la iglesia del pueblo con motivo de sus fiestas patronales. Ahora, de nuevo, acaba de volver al mapa concertístico del género y no con uno, sino con dos conciertos. Son los que han protagonizado las jornadas de su primer Festival de Jazz este pasado fin de semana. Y apunto primer, porque existe, al menos a priori, un compromiso de continuidad.

Así lo anunció el músico y baterista Enric Fuster, alma mater del proyecto con el que ha convencido al consistorio para que respaldara la iniciativa. Al ayuntamiento, y a los dos tríos con los que se ha elaborado un interesante cartel que no por modesto, ha dejado de presentarnos una gran calidad musical.

La primera de las citas la rubricó el organista Llorenç Barceló junto al trompetista Pep Garau, que por cierto acaba de editar su primer álbum como titular del sexteto, y el batería Dani Domínguez. Una velada bopística que cubrió las expectativas, además de lo que se espera de este tipo de formación, perfecta compenetración y con amplios espacios para que cada uno de los solistas pueda desarrollar sus propios solos.

El argumento, un puñado de grandes temas de autorías varias como Jimmy Smith, lógico tratándose de un organista, Thelonious Monk, Straight, No Chaser, o el incunable Smoke Gets in Your Eyes de Jerome Kern. Buenos músicos, con grandes ideas, muy bien compenetrados en el proyecto más personal de Barceló de lo que le he escuchado, y no es poco, hasta el momento.

Si en la jornada inaugural quedó alguna que otra localidad disponible, no pasó lo mismo en la segunda. Eva Fernández no solo colgó el sold out sino que lamentablemente dejó aficionados a las puertas. Pero son los irremediables problemas de la exigencia en la limitación del aforo. Fernández hace ya tiempo que ha configurado este trío estable con el que acudía para mostrarnos de nuevo su trabajo más reciente, aunque ya algo lejano, junto con alguna que otra nueva incorporación. Yo pregunto, a pesar de tener tres años, mantiene totalmente su vigencia. Es lo que ocurre cuando no sólo el material escogido es sumamente interesante, sino que además el tratamiento musical es selecto en su creación.

Personalización

Josep Munar y el propio Enric Fuster, además del soprano de Fernández por supuesto, contribuyen a esa personalización con la que se acaban tiñendo de jazz, con mayor o menor intensidad al bolero o cualquier canción.En lo vocal, Eva sabe rentabilizar ese hilo de voz que casi se apaga en su garganta en pro de un lirismo que bebe de la esencia de la gran Silvia Pérez Cruz.

Dos jornadas estéticamente distintas, con escasas coincidencias más allá de su duración –hora justa más bis–, y gran calidad musical. Un buen primer paso para lo que esperemos se convierta en una realidad duradera.