El cantautor Mikel Erentxun, en una imagen promocional.

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La gira de presentación de El último vuelo del hombre bala, el nuevo larga duración de Mikel Erentxun, acercará al donostiarra al Parc Municipal Sa Torre de Felanitx este lunes 23, dentro del programa de conciertos de Sant Agustí. La nueva obra de este licenciado en Arquitectura combina amor y desamor a lo largo de trece cortes con tintes autobiográficos que exploran la nostalgia por lo irrecuperable, y conectan a Erentxun con su versión más intimista y retrospectiva.

Canas en el pelo, arrugas en el rostro y grietas en el corazón. Mikel Erentxun se nos ha hecho mayor, pero sus canciones perduran incrustadas en la memoria de varias generaciones. Junto a Diego Vasallo y Juan Ramón Viles fundó en 1984 Duncan Dhu, un proyecto en stand by que agitó el pop español con temas que hoy soy clásicos incontestables.

Temas que resisten los embates del tiempo, frescos e inocentes, en los que el entonces trío ponía en solfa su facilidad para acompañar melodías pegadizas con una lírica desbordada por el romanticismo novelesco de Walter Scott y Robert Louis Stevenson, creador del personaje Duncan Dhu, cabecilla de un clan escocés de quien el grupo tomó prestado su nombre.

Ya en su carrera en solitario, Mikel Erentxun suma más de una docena de trabajos entre recopilatorios, colaboraciones, ediciones especiales y material inédito, un bagaje iniciado en 1992 de la mano del exquisito Naufragios. Un álbum superventas, más maduro, donde no perdía un ápice de la frescura que caracterizó su periplo en Duncan Dhu. Este álbum contaba con un dignísimo cover del clásico de los Smiths There is a light that never goes out (Esta luz nunca se apagará).

En este sentido, el disco El último vuelo del hombre bala marca el regreso de Mikel Erentxun a sus habituales cotas creativas: más pop y rock y menos folk. En este álbum, el cantante y compositor donostiarra ha encontrado el equilibrio en su voz, que defiende una colección temas soberbios con ecos a Johnny Cash, Velvet Underground, los Beatles del álbum blanco, y un Marc Bolan tamizado de modernidad, a los que debemos sumar los delirios psicodélicos de un Paco Loco tras la mesa de mezclas.