Concentración a favor de los derechos LGTBI+ en Barcelona. El afloramiento de nuevas realidades afectivas promueve el debate. | Ana Campillo

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El del totis es un tema peliagudo que no genera consensos fácilmente. Como su homólogo castellano todes, aglutina defensores y especialmente detractores. La profesora del Departamento de Filología Catalana y Lingüística General de la Universitat de Barcelona (UB) Maria del Carme Junyent es la coordinadora del libro Som dones, som lingüistes, som moltes i diem prou (Eumo Editorial), un volumen que recoge los artículos de setenta lingüistas, todas ellas mujeres, que analizan el uso y el abuso del lenguaje supuestamente no sexista, y proponen alternativas que respondan a los cambios sociales y reflejen la presencia de todas las personas en todos los ámbitos de la vida.

En el libro, con prólogo de la presidenta del Institut d'Estudis Catalans Maria Teresa Cabré, setenta mujeres profesionales de la lengua proponen un debate a fondo sobre discurso y género. No todas mantienen el mismo punto de vista sobre la cuestión, algunas incluso son divergentes, pero todas coinciden en su rechazo a la denominada dictadura lingüística que da pie a textos incoherentes y confusos.

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El volumen parte de la premisa de que muchas veces el llamado lenguaje igualitario esconde una realidad sexista y discriminatoria para la mujer. De hecho Junyent, especialista en lenguas africanas, recuerda que las sociedades con lenguas que no cuentan con un masculino genérico no son más igualitarias que las que lo tienen, de modo que este uso no sexista no contribuye a lograr en verdad la igualdad entre hombres y mujeres. «Cambiemos el mundo y cambiará la lengua», defiende.

La especialista explica que no conoce ninguna situación en la que la lengua haya forzado un cambio social: «Yo siempre pido que me den algún ejemplo en el que cambiando la lengua haya cambiado el mundo. No hay ninguno. Lo que hace la lengua siempre es adaptarse a los cambios».

En este sentido la obra advierte que forzar la lengua para cambiar la realidad sólo distrae del objetivo real de conseguir una situación más favorable para todos, en este caso las minorías y sectores concretos que no se sienten representados en un eje tradicional en cuanto al género.