Maria Rosselló y Mònica Fiol, ensayan en el Teatre Sans. | Jaume Morey

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CONY (Cal Oblidar Nova York) es el relato que Sebastià Portell publicó en el volumen colectivo La recerca del flamenc (LaBreu Edicions, 2015), en el que también participaron Jaume C. Pons Alorda y Joan Todó. Ahora, este cuento de Portell será también una obra de teatro gracias a Mònica Fiol y Maria Rosselló, que han adaptado el texto durante una residencia en el Teatre Sans en convenio con el Teatre Principal de Palma. El montaje se estrena hoy en el Sans, a las 20.30 horas, donde podrá verse mañana, a esta misma hora, y el domingo, a las 19.00.

CONY, apuntan Fiol y Rosselló, es un «viaje que constituye un punto y aparte que hace una mujer en un determinado momento de su vida, en una situación de luto en la que siente que la vida no le funciona. Se da cuenta de que no quiere repetir los mismos patrones de siempre y establece así un diálogo con su coño, que es una voz de conciencia, como el Pepito Grillo en femenino», detallan.

«A las mujeres no se nos ha permitido reconectar con nuestro instinto, tenemos que funcionar como madres, como protectoras y como santas. En cambio, a los hombres incluso se les anima a reconectar con su instinto. Por ello, la obra habla de ese instinto, sin romanticismo ni dramatismo, tocando con los pies en el suelo y preguntando hacia dónde queremos avanzar», advierten.

En este sentido, Rosselló señala que «en estos momentos en el que avanzan el feminismo y las nuevas masculinidades, es una temática que nos apetece tratar y lo hacemos a través de un relato interesante». Además, ambas destacan que la protagonista no es una mujer joven y moderna, sino una «mujer madura, de más de cincuenta años, que ya lleva un viaje dentro del patriarcado y que ha jugado en este juego».

Fiol y Rosselló conciben la pieza como un «meta teatro», pues «no es una lectura literal del relato de Sebastià, sino una adaptación libre, en la que hemos tenido que reflexionar sobre qué contar y cómo». De hecho, cuentan, «interrumpimos el relato de Sebastià para contar nuestra propia experiencia».

Este aspecto, precisamente, es el que destaca Portell, pues «se toman la libertad de romperlo, discutirlo, matizarlo y darle otro nivel de lectura que es precioso». El autor resalta que «es una gran satisfacción ver que la obra está viva después de este tiempo y que la historia tiene otra dimensión, la escénica, que es una de las cosas más bonitas que le puede pasar a un texto». «El 24 de junio se celebró en el Sans un ensayo abierto del montaje y me encantó, porque aportan una lectura propia, con humor e intensidad desde la lucha y la teoría feminista, un espacio en que siempre me he sentido muy cómodo».