La escritora Marta Nadal presentó ayer en el patio de La Misericòrdia el libro ‘Baules’. | Pere Bota

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Tras más de treinta años haciendo entrevistas para la prestigiosa revista Serra d'Or y de haber realizado más de un centenar de ellas, Marta Nadal (Barcelona, 1959) publica Baules (Comanegra), un volumen en el que la autora selecciona y recopila veintiuna conversaciones con diferentes escritoras. Es, insiste, una «elección personal de aquellas que he creído que tienen un valor incuestionable por varios motivos, siempre de creación, y que he considerado que debían estar en el mapa». Nadal presentó ayer este libro en el patio de La Misericòrdia, dentro de la Setmana del Llibre en Català. En el acto, conducido por Joana Abrines y Carme Castells, estuvo acompañada por Bel Granya, una de las voces que aparecen en Baules.

El libro, que se ordena según el año de nacimiento de las escritoras, va desde Anna Murià (1904), pasando por las mallorquinas Maria-Antònia Oliver (1946) y Carme Riera (1948), Dolors Miquel (1960), Maria Barbal (1949) –pregonera de esta edición de la Setmana–, y Eva Piquer (1969) hasta Irene Solà (1990). Algunas de las entrevistas que se incluyen en Baules se realizaron hace ya mucho tiempo, otras son de ahora mismo, «del tiempo en que hemos tenido que aprender a hablar con mascarilla».

Mallorca

Además de Oliver y Riera, la presencia mallorquina del volumen también la conforma Granya quien, como apunta Nadal, ha centrado su investigación en Mallorca, especialmente en la autora Maria Antònia Salvà. «El denominador común de todas las escritoras que reúno en Baules es que no hay ninguna que sea solamente una estudiosa. Me interesaba también Granya como poeta, su discurso literario, qué opina de la lengua», advierte.

En cuanto a la «controvertida posición ideológica» de Salvà, Granya manifiesta en esta conversación [que tuvo lugar el pasado mes de marzo] que «pedir a una señora de su edad, completamente sorda, que se posicionara ante aquella situación política es pedirle mucho. Una cosa es la postura de los hermanos Villalonga, falangistas con carnet y vestimenta, que hicieron daño; la otra es la de una mujer encerrada en su casa y que escribe poemas». En este sentido, Nadal hace hincapié en la importancia de «contextualizarlo». «Salvà podría haber escrito en castellano, pero lo hizo en catalán. Para mí, la primera militancia la hizo con la lengua y su literatura», apunta.

En cuanto a Maria-Antònia Oliver, la entrevista se realizó en 1992, cuando la autora acababa de ganar el premio Prudenci Bertrana con Joana E. Uno de los temas que abordaron fue el del feminismo. «En esa época no es que estuviera mal visto hablar de feminismo, pero era como que no tocaba», recuerda Nadal. «La visión del feminismo de Oliver era parecida a la de Montserrat Roig y Maria Aurèlia Capmany. Ya lo dice Oliver: ‘Maria Aurèlia Capmany me ayudó a ser quien soy y a ser feminista'», señala. «Antes había una visión feminista importante y ahora nos damos cuenta de que hemos ganado en muchas cosas, pero precisamente por ello somos conscientes de la cantidad de trabajo que tenemos por delante», compara.

Respecto a la entrevista con Carme Riera, publicada en Serra d'Or en marzo de 1994, Nadal rememora que fue de las primeras que hicieron en catalán a la autora de Te deix, amor, la mar com a penyora. «Es una persona que me gusta porque no está acomodada en el terreno literario, siempre va innovando y eso es muy importante. Es un personaje que, por cuestiones extraliterarias, se ha sentido dolida con la cultura catalana. Estoy segura de que es una persona querida y respetada, pero no sé si ese dolor ha desaparecido del todo, espero que sí», detalla. Nadal reafirma que «Riera es una mujer de personalidad barroca, sobre todo por la idea del paso del tiempo, uno de sus grandes temas junto a la conciencia de la fragilidad de la vida y del cuerpo».

Recorrido

En definitiva, Nadal traza en Baules un recorrido encadenado por las voces que, a su criterio, «marcan una potencia creadora» y que se nutre, por una parte, de «escritoras consolidadas y absolutamente canónicas», otras que hace tiempo que escriben pero no son suficientemente conocidas y, finalmente, autoras que son «una apuesta literaria». Este itinerario, destaca la autora, «lleva a pensar y a afirmar que el siglo XX, y lo que llevamos del XXI, es el de las mujeres escritoras. No podemos hablar de la iteratura del siglo XX y XXI sin hablar de la literatura hecha por mujeres, que son de un valor y potencia tremendas», conculye.