Una exposición conmemora en el Centro Cultural Sa Nostra, de Palma, el 150 aniversario de la muerte del pintor Agustí Buades Frau, cuya obra es considerada la génesis del retrato moderno en Mallorca. Según ha informado el Consell este martes en nota de prensa, la vicepresidenta y consellera insular de Cultura, Patrimonio y Política Lingüística, Bel Busquets, ha visitado la exposición 'Agustí Buades Frau (1804-1871). La gènesi del retrat modern a Mallorca', en el Centro Cultural Sa Nostra, junto con el comisario de la exposición, Marià Carbonell Buades, y parte de la familia del autor.
La exposición, que coincide con el 150 aniversario de la muerte del artista, se podrá visitar hasta el 25 de febrero del próximo año, de lunes a viernes de 10.30 a 13.30 horas y de 17.00 a 20.00 horas; los festivos permanecerá cerrada. Durante la visita, Busquets ha agradecido el trabajo realizado al comisario y también el hecho de que la familia del artista haya dejado algunas de las obras que conforman esta exposición "con el objetivo de dar a conocer la personalidad artística de Agustí Buades Frau, uno de los pintores más representativos de la primera mitad del siglo XIX en Mallorca, al público en general y, sobre todo, a las nuevas generaciones, poco familiarizadas con la pintura mallorquina antigua y probablemente poco conocedoras de la importancia histórica del género del retrato pictórico". La vicepresidenta ha explicado que se quiere hacer hincapié en la aportación del artista en la historia del retrato. Por su parte, el comisario ha explicado que "la muestra pretende ser una ocasión inmejorable para dedicarle una exposición monográfica conmemorativa y redimir a Agustí Buades Frau de una marginación historiográfica injustificada, puesto que se trata del pintor más representativo de la primera mitad del siglo XIX en Mallorca y un punto de inflexión en la historia local del retrato, explorando el origen y la evolución del pintor mallorquín".
Asimismo, Carbonell ha explicado que la vida de Buades transcurrió en paralelo a los cambios profundos, y en algunos aspectos radicales que experimentaba la sociedad mallorquina ochocentista. En el caso de la exposición que ahora se propone, no se trataría de establecer una secuencia diacrónica y, o bien, estilística de las obras que han sido seleccionadas --o al menos no se considera el hilo conductor prioritario del relato--, sino de reflexionar sobre las nuevas fórmulas de representación, que se tienen que entender, por un lado, como un reflejo de la condición socioeconómica y de las aspiraciones culturales de la clientela y, de la otra, como una consecuencia del sentimiento de individualidad y de la idea de construcción de la apariencia, que se ponen de moda a partir de la segunda mitad del siglo XVIII en toda Europa. Un segundo objetivo es explicar el proceso creativo y el método de trabajo del pintor, cuestiones que pueden resultar especialmente didácticas para un público acostumbrado a los procedimientos y sistemas creativos en el mundo contemporáneo. Esto se quiere hacer aprovechando el copioso material de trabajo conservado del artista mallorquín. En resumen, la idea es evocar el taller y el ambiente de trabajo de un pintor ochocentista.
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