Pocoví posa ante una de sus cámaras más valiosas. | Teresa Ayuga

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Como cientos de pequeños tesoros, Miguel Pocoví alberga en su casa más de ochocientas cámaras que, con sumo mimo, ha almacenado con los años. Décadas dedicadas a una pasión: ir detrás de los aparatos fotográficos para ahora contar su historia en un cuidado gran libro. La cámara fotográfica. Su evolución a través de los tiempos (Edicions Balèria) empezó como «un archivo» que arrancó tras repetir algunas cámaras sin darse cuenta, pero es, sobre todo, una carta de amor a unos aparatos que le «encandilaron» siendo todavía niño.

Y es que todo arrancó en los años cincuenta, cuando sin llegar todavía a los quince años, el padre de Pocoví le compró su primera cámara, una Vest Pocket de Kodak para la que él, además, había ido ahorrando peseta a peseta. Ahí arrancó el acumulado de los casi mil hallazgos con cosas tan curiosas como cámaras de juguete o valiosas como una Voigtlánder Bessamatic y populares como las Instamatic.

Así pues, el libro es un repaso a más de un siglo de historia, pero desde la relación personal de Pocoví que sigue hablando de los flashes y objetivos con la misma ilusión con la que hizo su primer clic. Una vida dedicada a ir detrás de captadores de luz y sus accesorios, los cuales «son hasta más interesantes» por sus curiosas historias como que el primer fotómetro fueran los ojos de un gato.

Y así, en el silencio de los obturadores detenidos y los diafragmas cerrados, Pocoví guarda con cariño las cámaras mientras resuena el eco de las miles de instantáneas tomadas, pero también las que quedaron sin tomar. Todo ello, ahora, resumido en un libro que es, no solo un repaso a la evolución de estos aparatos, sino un maravilloso retrato a las cámaras de su vida.